Recuperar la credibilidad
La oleada de iniciativas legislativas emprendida desde los Gobiernos de todo el mundo, especialmente el estadounidense, para que las compañías y sus ejecutivos recuperen la credibilidad perdida a raíz del caso Enron están empezando a trasladarse a los grandes grupos empresariales españoles.
Ayer mismo, Repsol se sumó a la oleada internacional anunciando una profunda reforma en el reglamento de funcionamiento interno que pretende dar respuesta a la demanda de transparencia y profesionalización que reclama a voces el mercado. Y para ello incorpora buena parte de las medidas aprobadas por el Gobierno que preside George Bush y la SEC (el organismo que regula el mercado bursátil estadounidense), así como los primeros apuntes que han esbozado los miembros de la recién creada, a instancias del Ministerio de Economía, Comisión Aldama.
El consejo de administración del grupo petrolero que preside Alfonso Cortina ha creado una comisión de estrategia, inversiones y competencia que controlará todas las decisiones clave; ha aprobado una nueva regulación de la comisión de auditoría y control y de la de nombramientos y retribuciones, de las que no podrán formar parte los consejeros ejecutivos; ha aceptado también la exigencia de certificación de las cuentas anuales por parte del presidente, los consejeros delegados y el director financiero y ha aprobado exigir la incompatibilidad del auditor externo para cualquier otra función o servicio para la compañía.
La iniciativa de Repsol no es única. Hace unos meses, Endesa, BBVA o SCH adoptaron medidas con el mismo objetivo. Otro de los caminos emprendidos por algunas empresas españolas es incorporar a personas de primerísimo nivel y pasado intachable a sus consejos de administración. Es el caso de la entrada de Richard Breeden, ex presidente de la SEC, en el consejo del BBVA. O la de Luis Ángel Rojo, ex gobernador del Banco de España, en el consejo de administración de la Corporación Alba.
La figura del consejero independiente es clave para todo el proceso de transparencia y recuperación de la credibilidad de las empresas y de sus cuentas. æpermil;ste ha de jugar el papel, como lo hace en otros países, de auténtico controlador de la gestión de los ejecutivos de la empresa, y no el de simple figura decorativa.
Decisiones como la anunciada ayer por Repsol, el primer grupo industrial del país, abren el camino que ha de recorrer el resto de las empresas españolas si se quiere alcanzar el deseado objetivo de que los inversores recobren la confianza perdida en los mercados, un fenómeno que está entre los detonantes de la profunda crisis bursátil actual. Ello, además, ha de verse completado con la adopción de las normas que emanen de la Comisión Aldama, que estos días está perfilando sus conclusiones, así como de las que resulten de la reforma contable que en paralelo ha emprendido el Ministerio de Economía.