Rato encabeza el rechazo a la idea de Solbes de aplazar el déficit cero
La propuesta del comisario europeo de Economía, Pedro Solbes, de retrasar hasta 2006 el equilibrio presupuestario de la zona euro desató ayer una avalancha de reacciones a favor y en contra. El ministro español de Economía encabezó la revuelta de los países que, habiendo alcanzado ya el déficit cero, se niegan a ser benevolentes con Alemania, Francia e Italia, donde el déficit se ha disparado hasta rozar el límite legal del 3% del PIB.
La Comisión Europea volvió ayer a defender la relajación de los objetivos de consolidación fiscal, que considera una consecuencia inevitable del estancamiento económico. El ministro español, Rodrigo Rato, calificó de 'gravísimo error (...) creer que la solución al crecimiento (...) está en dejar que los déficit crezcan'. En términos similarmente agrios se expresó un Gobierno holandés 'desagradablemente sorprendido' por la propuesta. Francia e Italia, en cambio, celebraron el cambio de actitud de Bruselas, que facilitará a los Gobiernos de Jacques Chirac y Silvio Berlusconi seguir adelante con las rebajas de impuestos previstas.
La división también llegó al Parlamento Europeo, donde el grupo popular lamentó la iniciativa de la Comisión. 'No tiene sentido cambiar las normas sólo porque algunos países tienen problemas para cumplirlas', afirmó Otmar Karas. La simple propuesta 'ya ha dañado', según este eurodiputado popular, 'la credibilidad de nuestra unión monetaria'.
En el extremo opuesto se situaron los socialistas europeos, que sólo exigen un estudio detallado sobre la sugerencia de la Comisión Europea de que los países con mayor déficit estructural se comprometan a reducirlo el 0,5% anualmente.
'Es un error dejar que los déficit crezcan para reactivar el crecimiento'
España y Holanda, donde se produjeron las reacciones más airadas, se encuentran entre los ocho países que han conseguido el equilibrio presupuestario, un compromiso que se impusieron los Quince con el horizonte temporal de 2001. El plazo se amplió después hasta 2004 y ahora parece inalcanzable el déficit cero antes de 2006. Los dos últimos años han sido pródigos en acontecimientos (estallido de la burbuja tecnológica, atentados del 11 de septiembre, escándalos bursátiles, posibilidad de guerra en Oriente Próximo) que han trastocado todas las previsiones económicas.
Ayer mismo, el director general de Economía de la Comisión Europea, Klaus Regling, presentaba un informe trimestral sobre la evolución de la zona euro plagado de indicadores con signo negativo. De los 16 parámetros estudiados, 9 apuntan hacia el pesimismo, desde la confianza industrial (-10) a los libros de pedidos para la exportación (-19), pasando por la inversión en bienes de equipo (-2,9).
Los tres países para los que se pide clemencia presupuestaria representan el 75% del PIB comunitario y uno de ellos, Alemania, ha sufrido particularmente la crisis por la caída de sus exportaciones a EE UU. Bruselas es mucho menos complaciente, sin embargo, con Italia. La Comisión acusa a Roma de haber abandonado sus esfuerzos para reducir la deuda pública, que todavía supone el 110% de su PIB (los criterios de adhesión al euro exigían un ratio de deuda por debajo del 60% del PIB nacional), y de no atender el problema presupuestario que puede acarrear el envejecimiento de su población.
Bruselas refinará a partir de este año el análisis de las situaciones presupuestarias para computar de modo más adecuado las variables que pueden influir a largo plazo en cada país. La nueva evaluación puede introducir, sin embargo, un elemento subjetivo en el veredicto, para inquietud de varios países, entre ellos España.
La CE todavía centrará este año su evaluación de los programas de estabilidad en los objetivos nominales de déficit. Pero a partir del próximo ejercicio la calidad de las finanzas públicas ya no se medirá sólo por un guarismo. El Gobierno de José María Aznar ha conseguido un año más de tregua para un método de cálculo que puede exigir aún mayores esfuerzos presupuestarios a los países con menor productividad.
El informe presentado ayer por Klaus Regling analiza el impacto de los tres años de unión monetaria sobre la competitividad de los miembros. España, junto a Holanda, Irlanda y Portugal, son los únicos donde ha retrocedido, mientras que ha aumentado en Alemania, Grecia y Austria.