Punto de inflexión en la industria textil y de confección
A lo largo de la pasada década la industria textil/confección en España se mantuvo en torno a las 7.500 empresas con un empleo de 270.000 personas. Esta trayectoria contrasta con la de la mayoría de los países de la UE (la excepción es Italia), en los que el descenso en el nivel de actividad ha sido notable. Las exportaciones del ramo en el periodo 1990-2000 fueron el 282% de las de 1990, frente al 152% de las italianas y un 139% de promedio en la UE.
Las claves de la continuidad de una actividad madura, que opera en una economía abierta donde las barreras arancelarias y los contingentes a la importación se reducen cada año, están en varias líneas de actuación relacionadas. Entre otras puede destacarse el esfuerzo exportador, que alcanzó en 2001 el billón de pesetas (6.010 millones de euros), casi el 40% de la producción; la mejora de la calidad, donde, según estudios de la Comisión Europea, la exportación española es la primera de Europa por el contenido en calidad que incorpora; en el esfuerzo inversor, que alcanzó la última década la cifra de 1,2 billones de pesetas (7.212 millones de euros); en la innovación, que va desde las fibras y tejidos a los diseños; en la mejora de la eficiencia, que se expresa en precios que suben menos que los del conjunto de la industria, y en el entendimiento con las organizaciones sindicales, que ha contribuido a la superación de situaciones delicadas.
En 2001 la demanda comenzó a debilitarse y el descenso continuó en 2002, en cuyo primer semestre la producción textil cayó un 7,5% y la de confección, un 13,5%, las exportaciones, pese a la caída en la demanda mundial, aumentaron un 0,3%, pero las importaciones lo hicieron un 2%, con lo que descendió la tasa de cobertura. Tras el verano, la situación de los mercados, con las ventas de la próxima temporada ya pactadas, es la misma.
Antes o después se producirá la recuperación, que lo hará en un contexto distinto, en el que se superpone la ampliación de la UE, captadora de inversión que se beneficiará de menor coste laboral y constituirá un potente foco de productos competitivos, el fin del proceso del desarme arancelario en 2004, la consolidación de los cambios en el consumo y la profundización de la transformación de los cauces de comercialización, con menor peso de las tiendas multimarca, mayor de las grandes superficies y aumento de las franquicias y redes propias de algunos fabricantes, todo lo cual debilita la posición negociadora de las empresas independientes.
El aumento de la competencia se acompaña de oportunidades o, al menos, de incentivos, para proceder a acciones de relocalización de algunas actividades productivas o para entrar en prometedor ámbito del textil técnico, que abarca desde productos geotécnicos y para construcción hasta los de uso agrícola o sanitario, pero pocas empresas tienen los conocimientos y medios para entrar en este ámbito. El conjunto del sector está intentando su respuesta en otras áreas.
El momento actual requiere ver la empresa industrial del sector como productora de bienes y prestadora de servicios. Por un lado ha de ser capaz de respuesta rápida en todos los eslabones de la cadena a fin de atender a cada modificación de la demanda o, por el contrario, como ocurre en el caso del textil hogar, disponer de una eficiente gestión de stocks variados que permita servir de inmediato pedidos pequeños.
Por otro lado, se debe compensar la limitación asociada a la pequeña dimensión de la mayor parte de las empresas a través de acuerdos y alianzas que permitan una oferta amplia y el acceso a mercados exteriores, sin descartar procesos de fusión y de compra de empresas.
Paralelamente, la autoridad económica puede contribuir adecuando la normativa fiscal de marcas, con un tratamiento fiscal de la innovación sin equipararla a la invención y con una persecución eficiente de la piratería y las falsificaciones.
La negociación con los sindicatos debería aportar la flexibilidad de las plantillas fijas para organizar la actividad productiva, de modo que incremente la capacidad de respuesta en condiciones competitivas.
El sector textil confección tiene los problemas del conjunto de la industria. Es sensible a la demanda, especialmente donde hay un peso elevado de los costes laborales directos y donde las empresas son pequeñas, como indica que la concentración sea menor que en otros países, de modo que el volumen de facturación de las 10 mayores italianas es 2,5 veces superior al de las 10 mayores en España.
La experiencia acumulada en un marco altamente competitivo, las transformaciones hechas y las que hay en curso apuntan a la superación de la coyuntura, no peor que otras ya superadas, que se enfrenta mirando hacia delante sin miedo y sin temeridad.