Convención, la urgencia de Europa
El futuro de Europa se juega en estos momentos en Bruselas, en el seno de la convención que, a mediados de 2003, dará luz a un tratado constitucional de la Unión Europea (...). Es asunto de todos. Dentro de pocas semanas será demasiado tarde. Los considerables desafíos políticos desaparecerán bajo las tácticas negociadoras sobre la quincallería institucional (...).
Nuestra primera urgencia, por tanto, es saber cómo defender el modelo europeo de desarrollo. Lo que está en juego es, sobre todo, el gobierno económico de la Unión (...).
Ocurre que la Europa social es rehén de la inexistencia de una Europa fiscal. La competencia fiscal que libran los Estados miembros (...) atenta directamente contra el modelo europeo: encarece los costes laborales (...), agravando de esa manera el desempleo. Reduce la posibilidad de bajar los impuestos para todos. Mina la progresividad de los impuestos, piedra angular de la equidad fiscal (...).
Asimismo, a falta de una coordinación suficiente entre las distintas políticas económicas a nivel comunitario, no podemos explotar todo el margen de crecimiento que nos ha ofrecido la transición a la moneda única (...). Por mi parte, estoy convencido de que sólo una profundización del viejo método comunitario, y su progresiva extensión a una política común de exteriores y defensa, permitirá a Europa renovar el modelo europeo construido pacientemente por nuestros Estados, que en la actualidad ya son demasiado pequeños respecto a los desafíos de un mundo globalizado: crecimiento y apertura, equidad y solidaridad (...).