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Crisis

France Télécom prescinde de Michel Bon y acuerda dejar de financiar a Mobilcom

Los 21 consejeros de France Télécom cruzaron ayer a las 17.30 ho-ras la puerta de entrada a un consejo de administración decisivo para el futuro del ex monopolio francés de telecomunicaciones. Tras cuatro horas de tensos enfrentamientos, la suerte estaba echada: Michel Bon presentó su dimisión como presidente y el Gobierno francés, dueño del 55,5% del capital de la operadora, la aceptó.

Bon se une a la larga lista de víctimas de una profunda crisis en el sector de las telecomunicaciones que ha puesto en evidencia los desmanes cometidos en las épocas de bonanza. Al igual que sus homólogos en BT, Deutsche Telekom o KPN, el ya ex presidente de France Télécom deja tras de sí una montaña de deuda. En su caso, una de las más altas del mundo, 69.700 millones, cosechada a base de adquisiciones de compañías y licencias pagadas en efectivo y a precio de oro.

Pero si Bon ya es historia, la deuda de France Télécom es el presente y aún quedan dudas sobre su capacidad para afrontar el pago de los vencimientos que se avecinan. El consejo de ayer decidió posponer la decisión sobre la ampliación de capital de dimensiones históricas ­15.000 millones de euros­ necesaria para devolver el equilibrio financiero a la empresa. El Gobierno salió al paso de las incertidumbres que puede generar es-ta laguna y prometió adoptar las medidas necesarias para evitar cualquier insolvencia. A la espera de otras vías de financiación, France Télécom tendrá líneas de crédito abiertas por valor de 7.000 millones a final de año. La deuda que vence en 2003 se pagará, aseguraron, aunque queda por definir cómo.

La segunda incógnita que está en el aire es quién sustituirá a Bon, que seguirá en la compañía hasta que haya nombramiento. Todo apunta a que será Thierry Breton, actual consejero delegado de Thomson Multimedia. Otras fuentes, sin embargo, aseguran que no será tan fácil encontrar relevo, ante la ardua tarea a la que se enfrenta. Sea quien sea el sustituto, no hay duda de cuál será su cometido: rebajar la deuda, y así lo prometieron ayer tanto la compañía como el Gobierno.

El Ejecutivo francés ha esquivado por el momento una ampliación superior a la capitalización bursátil de la operadora y tremendamente dilutiva para el millón y medio de accionistas de la compañía. Pero el Gobierno también se vería perjudicado por la emisión. Como titular del 55,5% de France Télécom, tendría que asumir 8.325 millones de euros, que no pueden llegar en peor momento para un Ejecutivo enzarzado en una dura lucha por controlar el déficit presupuestario.

El Estado francés, sin embargo, no es inocente en la crisis de France Télécom. Puede que sus consejeros no hayan intervenido en la gestión, pero sí es cierto que la operadora pagó en efectivo buena parte de sus adquisiciones para que el Gobierno no perdiera su cuota de poder; no diluir su participación con un pago en acciones era más importante que mantener controlada la deuda. A la hora de pelearse por una rebaja en el precio de las licencias UMTS fue Martin Bouygues el que tomó la batuta, porque el pago engrosaba las arcas del Estado, principal accionista de France Télécom.

Las ramificaciones de la crisis de la operadora no se que-dan sólo en Francia. La campaña electoral alemana también se está viendo afectada. Y es que el plan de salvamento del ex monopolio pasa por dejar por el camino a Mobilcom, la operadora celular alemana en la que France Télécom tiene el 28,5%, y a sus 5.000 trabajadores, a 10 días de las elecciones.

France Télécom no aportará más financiación a Mobilcom, lo que deja al borde de la quiebra a esta compañía y reduce a cuatro los actores de un mercado de telefonía mó-vil que hace dos meses manejaban seis.

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