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Jordi Canals

'No hay éxito profesional sin ética'

Jordi Canals tiene 41 años y lleva uno al frente del IESE, una de las escuelas de negocios de mayor prestigio. Hombre prudente y templado, no parece perder las formas ni cuando llegan malas noticias

Lleva más de un año como director general del Instituto de Estudios Superiores de la Empresa (IESE) y continúa manteniendo la misma apariencia de hombre tranquilo y sereno, que no pierde los nervios, incluso en los momentos más delicados. Jordi Canals, de 41 años, director general del IESE, comenzó la semana con la noticia de que la empresa que dirige no había sido incluida en la clasificación de las escuelas de negocios de mayor prestigio, a pesar de que siempre aparece entre las más reputadas a nivel internacional. No pierde la sonrisa, ni la elegancia con la competencia, y está entusiasmado con las cuatro grúas que han invadido el campus madrileño del IESE, donde se están realizando unas obras de ampliación del edificio. Es doctor en Ciencias Económicas y Empresariales y ha sido profesor en la Universidad de Harvard y en el IESE.

Pregunta. Esta semana The Wall Street Journal ha publicado una clasificación con las escuelas de negocios de mayor prestigio. El IESE, según el citado estudio, ha desaparecido de entre las 50 de mayor prestigio. ¿Cómo les ha afectado?

Respuesta. En general, al IESE todos los rankings le han tratado muy bien, a excepción del de The Wall Street Journal. ¿Qué ocurre con los rankings? Desgraciadamente, miden de manera imprecisa la calidad de la enseñanza. Son subjetivos, hay un problema de transparencia, no se sabe muy bien cómo se gestionan los procesos de selección. Se mezclan situaciones heterogéneas. El gran reto de las publicaciones será encontrar criterios homogéneos par evaluar, tendrán que mejorar si quieren credibilidad. Escuelas como IMT, Columbia o Stanford están al final del ranking.

P. ¿Qué repercusión tiene para una escuela de negocios aparecer o no aparecer en un estudio de este tipo?

R. La decisión de elegir una escuela de negocios tiene que ver con el prestigio de los profesores, y eso no suele incluirse en los rankings, tampoco mira el prestigio de los antiguos alumnos, ni la composición de los programas, si son nacionales o internacionales, la calidad de las instalaciones y la imagen de la escuela.

P. La caída de muchas empresas de tecnología y la crisis económica que se está viviendo, ¿ha cambiado en algo la demanda de los alumnos de las escuelas de negocios?

R. Lo que hay que hacer es anticipar ese cambio. En 24 meses hemos hecho referencia al sentido de liderazgo en situaciones de crisis, la incertidumbre en las empresas es enorme y tenemos que dar respuesta a todas esas preguntas sobre liderazgo. Reforzamos los temas sobre responsabilidad social, sobre comportamiento ético. Son cuestiones que preocupan y exigen la atención de las grandes empresas. Otra dimensión tiene que ver con el fenómeno de la globalización, sobre cómo las compañías tienen que reaccionar ante crisis sistémicas en el mundo de los mercados emergentes.

P. ¿Es necesario una mayor concienciación ética entre empresarios y ejecutivos?

R. Desgraciadamente, en los últimos años las escuelas de negocios nos hemos centrado en los personajes, nos hemos quedado en la superficie y no hemos llegado a la gestión del día a día, a las motivaciones. No hay una conducta de éxito profesional si no hay una conducta ética. ¿Cómo se transmite esa sensibilidad? Esa responsabilidad la tiene el directivo, que debe tener las virtudes de la justicia y la prudencia por la dignidad. Si lo único que nos puede llegar a importar es la ambición y la codicia estamos perdidos. La eficiencia si no va acompañada de equidad y de honestidad está muerta de raíz. La valía de un directivo incluye su valía como persona.

P. ¿Es bueno tener mitos? Muchos acaban cayendo.

R. Es bueno tener referencias en la vida profesional, pero lo que es desastroso es el culto a la personalidad. La organización acaba dependiendo de una persona, cuando de lo que tiene que depender es del equipo de profesionales. Al ser humano, le deslumbra lo extraordinario y nos lleva a olvidar ser personas. Es más llamativo y brillante tener o conseguir más, que ser. Eso aparece en las empresas, en el mundo del arte, de los deportes, de los medios de comunicación. Eso no tiene nada que ver con el afán de mejorar, de progresar; eso es noble, el peligro emerge cuando todo eso es incontrolado.

P. ¿Qué lleva a un alumno a realizar un máster?

R. No hay una motivación única. Se trata de una oportunidad par mejorar su capacidad de entender los problemas, de plantear alternativas desde una dimensión económica y sociológica. Ayudamos a la gente a desarrollar capacidades para resolver problemas. Enseñamos a pescar. Ahora mismo hay una mayor petición para hacer un máster de gente de empresas relacionadas con los productos farmacéuticos, de consumo, constructoras, de servicios, de bufetes que quieren más gestores. También ha habido una explosión de los bancos de inversión y de las consultoras en los últimos años.

P. ¿Cómo debe ser el ejecutivo de hoy día?

R. Debe conocer bien su negocio, tener una visión estratégica y saber hacia dónde quiere evolucionar, tener capacidad para trabajar con personas, saber empujar a las personas sin una motivación tan agresiva como pueden ser las stock options; debe saber comprender los fenómenos a nivel internacional y cómo puede repercutir en su organización. En momentos de incertidumbre hay que contar con la opinión de los responsables directos de cada negocio. Y, sobre todo, tener un espíritu emprendedor de futuro. La crisis no debe dejarnos paralizados. Hay que ser capaces de seguir gestionando proyectos empresariales.

P. ¿La crisis afecta a las escuelas de negocios?

R. Ha afectado a muchas escuelas. Se ha sufrido una caída de ofertas de empresas para formar a su gente. En Estados Unidos se ha notado la crisis con una caída del 30% de la formación de directivos. Al IESE no nos ha afectado, hemos tenido un año bueno. Y el número de solicitudes en el programa máster ha aumentado un 40%. Lo que si hemos notado es que los alumnos se colocan con más lentitud.

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