Las aerolíneas cambian de trayectoria
El empleo de aviones de transporte de pasajeros como armas mortales el pasado 11 de septiembre en Estados Unidos puso la puntilla a una industria, la de las aerolíneas, que ya pasaba por el peor momento de su historia.
Entre 2001 y 2002, las compañías aéreas habrán perdido 18.060 millones de euros sólo por la reducción de vuelos internacionales, según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA). Una cantidad superior a la que el sector sumó de beneficios entre 1997 y 2000, 13.566 millones de euros.
En los dos últimos años la industria ha prescindido de 200.000 trabajadores, el 10% de la flota se ha quedado en tierra y varias aerolíneas han desaparecido o han declarado suspensión de pagos. Contra esta crisis el sector ha respondido con unas medidas que cambiarán para siempre el mundo de las aerolíneas tal y como lo conocíamos antes del 11 de septiembre de 2001.
Concentración aérea
El número de compañías aéreas que operan en la actualidad tiende a disminuir, especialmente en la Unión Europea. La Comisión ya advirtió, tras los atentados terroristas, que el mercado europeo de las aerolíneas estaba 'fragmentado', y portavoces de la Comisión de Transportes han anunciado en varias ocasiones una mayor flexibilización a la hora de estudiar acuerdos y alianzas, que en un futuro cercano pueden dar lugar a fusiones.
Los directivos de empresas como Iberia, KLM o Air France se han mostrado proclives a una reducción del número de aerolíneas.
Las únicas que sobrevivirán en Europa serán las que formen alianzas 'con British Airways, Air France y Lufthansa', ha llegado a decir el director financiero de la holandesa KLM, Rob Ruijter. En este valle aéreo de lágrimas un mercado ha salido fortalecido: el de las compañías de bajo coste.
Las empresas que ofrecen vuelos baratos a costa de una agresiva política de reducción de costes, como las europeas Ryanair, Go, Easyjet o la estadounidense Southwest, viven su momento de gloria.
'Recuperarse no significa volver a hacer las cosas como se hacían antes del 11 de septiembre', dice un informe de la IATA sobre la situación del sector tras la fecha de los atentados. 'El ejemplo más claro es el aumento de viajes de bajo coste. Hay evidencias muy claras de que no se trata de un fenómeno aislado, sino que continuará cambiando el sector', subraya. Grandes aerolíneas, europeas y estadounidenses, han optado por seguir la política de reducir las tarifas por billetes.
Peor en Estados Unidos
La industria aérea estadounidense tardará más que la europea en recuperarse. Aerolíneas como Air France, British Airways o Iberia ya han anunciado beneficios en 2002. La alemana Lufthansa prevé unos ingresos de 500 millones de euros para este ejercicio. En Estados Unidos las principales compañías se mantienen en pérdidas.
US Airways se ha declarado este verano en suspensión de pagos. En 2001 obtuvo unas pérdidas de 2.159 millones y en el primer semestre de 2002 ha registrado ya 556 millones de saldo negativo. United Airlines -dos de sus aparatos fueron empleados en los atentados- ha advertido que de no conseguir un préstamo garantizado por el Gobierno cercano a los 2.000 millones de euros también suspenderá pagos.
Otros dos aviones de American Airlines fueron utilizados en los ataques. La compañía ha despedido este año a 7.000 trabajadores y en el primer semestre acumula unas pérdidas de 1.070 millones, una cifra cercana a los 1.552 que perdió en todo 2001.
Para paliar esta situación el Congreso estadounidense acordó unas ayudas de 15.150 millones al sector. En Europa las autoridades se han negado a aportar fondos. He aquí una polémica que amenaza la relación entre la industria de EE UU y la europea. La Comisión estudia la posibilidad de imponer tasas en Europa a las compañías que reciban ayudas gubernamentales.
'Si ocurre algo, que nos pille en casa'
'Si ocurre algo, que nos pille en casa', decía una pareja española para explicar por qué canceló unas vacaciones previstas en Suramérica tras los acontecimientos del 11 de septiembre.
Los atentados terroristas, unidos a la recesión económica mundial de 2001 -que colea todavía en 2002- han rebajado el número de viajes internacionales y lastrado las cuentas de compañías hoteleras, aerolíneas y de ocio de todo el mundo. También se prevé que el peso de los ingresos turísticos de los Estados receptores de viajeros, como España, disminuya respecto a años anteriores.
En primer lugar, los sucesos del 11-S han producido una considerable redistribución del tráfico de viajeros. Según la Asociación de Compañías Aéreas Europeas, el tráfico aéreo internacional procedente de Europa ha experimentado en 2001 un descenso mayor que el turismo interno. En general, según la Organización Mundial del Turismo (OMT), los destinos que continúan sufriendo los efectos del 11-S son aquellos con una fuerte dependencia del tráfico estadounidense y los que dependen del tráfico aéreo de larga distancia. La organización apunta, en un informe especial elaborado sobre el impacto de los atentados en el turismo, el tirón experimentado por los operadores especializados en viajes deportivos, culturales y de mercado interior.
Pero la caída del turismo internacional se explica además por otros factores. El sector ya experimentaba un descenso antes de la fatídica fecha. Si durante el último decenio el crecimiento medio mundial del turismo fue del 4,3%, entre enero y agosto de 2001 el crecimiento fue sólo del 2,8%. Según la OMT, es 'prácticamente seguro que tendremos que esperar hasta 2003 para presenciar una enérgica reactivación'.
La organización señala que España, como destino turístico, ha sufrido menos que la mayoría del resto de destinos. Sin embargo, cualquier variación en las estadísticas tiene un gran impacto económico, siendo el turismo la primera industria del país.
Por esta razón, a pesar del optimismo de la OMT, es preocupante que la ocupación hotelera cayera en julio hasta el 65,3% en España. Hasta ese mes, las pernoctaciones en apartamentos se redujeron un 5,8% en relación a 2001. Si mantienen estos índices, 2002 sería el primer año en que decrezca la actividad del sector. El mal tiempo y algunas subidas injustificadas de precios oscurecen las previsiones, junto al tirón que están experimentando otros destinos mediterráneos como Túnez o Croacia.