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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Las Bolsas, en la red del 11-S

Inseguridad es el término más repetido en los análisis que se multiplican desde hace unos días, y que seguirán en los siguientes, con motivo del primer aniversario de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 contra Estados Unidos. Nada es igual desde entonces. Las Bolsas han soportado 12 largos meses repletos de dificultades. Los ataques terroristas de aquella mañana causaron la muerte a cerca de 3.000 personas y destruyeron el World Trade Center y una parte del Pentágono, símbolos del poder económico y militar de Estados Unidos. Asestaron con ello un golpe, de consecuencias psicológicas irreparables en muchos casos, al sentimiento de seguridad de los estadounidenses, pero también del mundo entero.

Los inversores huyen de la incertidumbre. Esta ha sido una de las principales consecuencias negativas de aquellos sucesos, que no hicieron sino agudizar una crisis ya patente en los mercados. En los 12 últimos meses se han producido transformaciones radicales dentro y fuera de las Bolsas. Tras los fuertes descensos que siguieron a los atentados y que llevaron el 21 de septiembre de 2001 a la mayoría de las Bolsas a los niveles más bajos en un año, la recuperación en la parte final de 2001 fue igual de explosiva. El temor de los inversores a una nueva recesión económica tras los atentados fue neutralizada por la reacción simultánea de las autoridades económicas mundiales.

Fue una evolución normal, de libro, ante la combinación de fuertes recortes en los tipos de interés y aumentos en el gasto público, en lo que ha sido la aplicación de la política económica más expansiva en cuatro décadas en Estados Unidos. Pero la reacción sirvió de poco, porque en seguida resurgieron los temores a una recesión, atizados por los escándalos contables de grandes compañías multinacionales. En esta coyuntura, el empeño, la obsesión de Bush contra Irak ha provocado alzas explosivas del petróleo, que añaden lastre a las economías.

En estos 12 últimos largos meses, y con desánimo inversor creciente, las Bolsas han sucumbido a la presión que ejerce la incertidumbre. Sólo se ha salvado el Dow Jones, que con una caída acumulada del 13%, es el que mejor se ha comportado. Pero este índice ya no es referencia para gestores y analistas. El S&P 500, que es el gran índice estadounidense, ha caído un 18%, un 18,45% el Ibex, un 24% el Euro Stoxx, un 24% el Nasdaq, un 18,41% el FT londinense, un 25,94% el Cac parisino, un 25,98% el Dax alemán y un 10,46% el Nikkei japonés. Salvo el Dow, todos los índices están por debajo de los mínimos del 21 de septiembre de 2001.

Desde los atentados, el sector estadounidense de valores ha eliminado 31.000 puestos de trabajo en Nueva York, han proliferado los fraudes contables y se han producido 6 de las 10 mayores quiebras en la historia estadounidense: Adelphia Communications, Enron, Global Crossing, Kmart, NTL y Worldcom. Las Bolsas han sido tocadas, y algunas, hundidas.

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