Internet para todos
Internet se para. El número de usuarios nuevos está creciendo a un ritmo de 80.000, como media mensual, cuando hace un año lo hacía por encima de los 250.000, y si no se recupera el ritmo de incorporaciones, ya podemos ir renunciando a la sociedad de la información para todos, el objetivo de Info XXI.
Ese 'documento de trabajo', con el que el Gobierno busca integrar España en la sociedad de la información, está articulado sobre tres ejes: liberalización de las telecomunicaciones, desarrollo de la Administración electrónica e incorporación a la Red de todos los ciudadanos y empresas. El primero sólo funciona a medias, el segundo marcha algo mejor y el tercero empieza a hacer agua.
La liberalización de las telecomunicaciones, total desde enero del año pasado, ha servido para impulsar las tecnologías de la información al multiplicar los servicios y diversificar los suministradores. España, además, es también uno de los países europeos donde más han bajado las tarifas, pero éstas todavía siguen siendo de las más caras de Europa.
La conversión de Internet en una herramienta al servicio de los ciudadanos marcha mucho mejor. Casi todos los papeles que recibe un ciudadano, si no son de los bancos, son de las Administraciones públicas, y aunque no tenemos el 85% de sus servicios en la Red, como ha logrado el tigre celta, no estamos a tanta distancia de los irlandeses, pues son ya interactivos más de la mitad de los servicios públicos españoles, y sobre todo los que suponen ingresos para las Administraciones.
Donde está fallando nuestra integración en la sociedad de la información es en la incorporación de usuarios. Hay unos ocho millones, uno de cada cinco ciudadanos, y empieza a cundir la impresión de que la gran mayoría de los que tenían que llegar a la Red ya han llegado. Se agota el filón de los propietarios de un PC que no lo utilizaban para navegar y las vías de acceso alternativo, como el teléfono móvil de tercera generación y el televisor digital, o se demoran o no acaban de cuajar.
Para recuperar el ritmo de incorporaciones a la Red y que mejore la foto digital de España es necesario que su uso sea asequible, es decir, que tenga precios bajos, y además resulte accesible, o sea, que cuente con buenas infraestructuras de transmisión de datos que hagan atractivas y útiles sus aplicaciones y servicios. También ayudarían una alfabetización digital y un marco jurídico eficaces.
Los precios de uso de Internet siguen siendo poco asequibles para muchos ciudadanos, aunque la implantación de tarifas planas, o por lo menos onduladas, fue un alivio y permitió el fuerte aumento del número de internautas de los meses pasados.
Lo mismo sucede con los ordenadores. Si no hacemos crecer el número de PC vendrá el estancamiento, ya que el primero que llega a la Red es el que tiene un ordenador a mano y para eso hay que tener dinero para comprarlo, además de saber utilizarlo.
El parque español de ordenadores es insuficiente, sobre todo en hogares. Hay unos 15 millones de equipos, pero se necesitarían otros 15 millones más y para eso habría que venderlos con un precio más económico, vía subvenciones o desgravaciones fiscales.
Sólo la Administración vasca parece que ha tomado en serio esa tarea, con su subvención de 150 euros por ordenador. La Junta de Andalucía ha anunciado una oferta más generosa, pero testimonial, pues dará para poco más de 1.000 ordenadores cuando en la comunidad hay 2,5 millones de hogares. En Murcia dan un préstamo con el que es posible comprar un ordenador pagando un euro diario durante cuatro años. Y a nivel estatal están las ayudas fiscales, para que las empresas ceden ordenadores a sus empleados. Muy poca cosa.
La accesibilidad, donde también andábamos mal, mejora gracias a la apuesta de Telefónica por la ADSL, tecnología de banda ancha que sin embargo aún queda fuera de las economías de muchos ciudadanos. Los internautas se quejan de que la Red es lenta con conexiones de baja calidad, y las quieren veloces y fiables, pero también baratas. Además, para muchos españoles la Red no es hoy accesible. Es el caso de los que viven en núcleos rurales aislados y que disponen para su comunicación de las 255.000 líneas de telefonía celular instaladas en los noventa.
Por eso la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información, que por fin se aprobó a finales de junio, ha sido utilizada para modificar la Ley de Ordenación de las Telecomunicaciones con el objetivo de sustituir las líneas telefónicas rurales, algo que sería oportuno realizar cuanto antes para que Internet tenga vitola de servicio universal.
Asequibilidad y accesibilidad, o sea, precios y conectividad, son las barreras de entrada, pero también hay que abrir la sociedad a los nuevos entornos tecnológicos, pues no es el acceso masivo a la información, sino el buen uso de esa información lo que al final nos incorporará al grupo de cabeza de la e-Europa.
El futuro puede ser espléndido, pero la nueva sociedad sigue estando lejos.