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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Demanda de coches en baja

En agosto retrocedieron las matriculaciones de turismos por séptimo mes consecutivo. La caída fue del 10,4% en el mes y del 8,8% en lo que va de año, unas cifras más abultadas de lo esperado. El año 2001 había sido récord para las ventas de coches, impulsadas por un buen contexto económico, la anunciada desaparición de la gasolina súper y la llegada del euro. Pero aun admitiendo el registro del año pasado como irrepetible este ejercicio dada la desaceleración económica, el declive es serio y debe llevar a la reflexión. Los fabricantes calculaban un descenso anual entre el 3% y el 5%. Ahora temen que la caída se acerque más al 8%. Como además hay mercados tan importantes como el alemán en horas bajas, el horizonte se nubla para la industria de la automoción, que tiene al tercer productor europeo en España, donde supone un 6,3% del PIB.

Si las matriculaciones se toman como indicador de la confianza de los consumidores, las autoridades económicas tienen motivos para la preocupación. Las empresas detectan una demanda sin pulso, tanto por los particulares como por las empresas, muy en especial las de alquiler, arrastradas por la floja temporada turística. Por otro lado, parece agotada la vía de los planes Prever, que incentivan con descuentos en el impuesto de matriculación la renovación del parque. Las operaciones acogidas a estos programas gubernamentales han descendido un 21% este año.

Pese a todo, la industria cree que hay margen fiscal para reanimar la demanda. El lobby de fabricantes se queja de que España aplica una fiscalidad más desfavorable que los otros grandes productores europeos al añadir al IVA el impuesto de matriculación. Bruselas ha reabierto este debate al proponer la desaparición de ese impuesto, muy desigual en la UE, y su sustitución por una tasa relacionada con las emisiones tóxicas. El plan serviría para penalizar la contaminación y armonizar los impuestos al automóvil en Europa, algo que parece oportuno ahora que se introduce, en el nuevo reglamento del sector, más competencia. Debe advertirse, no obstante, que los españoles saldrían perjudicados si esa convergencia fiscal llega a los combustibles.

No todos los años pueden ser récord. Las ventas de automóviles no hacen más que reflejar una debilidad económica de fondo, pero esa constatación no impide explorar las medidas necesarias para devolver vigor a una de las más importantes industrias del país.

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