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Tribuna
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Cuidar el turismo

El turismo es la mayor industria mundial y, según las últimas cifras, España ha pasado a ocupar el segundo lugar del mundo en número de visitantes anuales: cerca de 50 millones de personas, que han generado unos ingresos de más de 36.000 millones de euros; un 12% del PIB español. Además de los ingresos directos, el turismo genera gran cantidad de empleo, favorece la cultura, la globalización, la integración de las personas y, en definitiva, el desarrollo de un país.

No obstante, este movimiento de personas tiene también aspectos negativos. Uno de ellos, quizás el principal, es el impacto medioambiental que produce; de hecho, es uno de los sectores que más daña el medio ambiente.

El aumento del tráfico aéreo, terrestre y marítimo repercute en el consumo de diversos tipos de energías y fomenta la contaminación. Asimismo, los hoteles, apartamentos, campings y casas rurales aumentan el consumo de energía, agua, detergentes, etcétera, y generan gran cantidad de residuos.

Este elevado consumo de agua, energía, generación de residuos y aguas residuales se enfrenta, en muchos casos, a una infraestructura insuficiente, bien porque se trata de un turismo muy estacional, en lugares remotos o poco desarrollados, o porque hay limitaciones de recursos, como puede ser el caso de algunas islas.

Afortunadamente, los organismos públicos y privados y la sociedad en general, día a día, se van mentalizando y concienciando de la necesidad de conservar un entorno que, por otro lado, hace que el turismo aumente. Recientemente, las Administraciones regionales y central han puesto en marcha diversas iniciativas para fomentar los valores medioambientales entre los ciudadanos y los turistas.

En este sentido, hace unos meses, se puso en marcha en las islas Baleares la ecotasa, o impuesto ecoturístico, que consiste en el pago por los turistas de una tasa por cada día de estancia en un hotel de las islas. El objetivo de esta medida es utilizar la recaudación obtenida con fines medioambientales, de manera que sirva para reducir el impacto en el entorno de los visitantes. Sin embargo, este impuesto medioambiental no ha sido bien recibido por turistas y operadores.

Parte del debate no gira en torno a la oposición a la tasa sino a la forma de recaudarla -a través de los hoteleros-, ya que de esta manera queda fuera un elevado número de turistas que son los que alquilan apartamentos privados, los que llegan en yates, etcétera.

Por otra parte, mucha gente desconoce que los alemanes y austríacos, por ejemplo, ya están muy acostumbrados a pagar una especie de ecotasa (kurtaxe) en zonas turísticas de protección (los Alpes, costas, etcétera). Así, nos encontramos con el caso de una playa del mar Báltico (Timmendorfer Strand) donde se paga tres euros por día para ir a la playa, sin contar con el alto coste de los aparcamientos o de las sombrillas. En Francia también existe la ecotasa desde hace más de 10 años.

El Ministerio de Medio Ambiente comenzó recientemente una campaña de comunicación en la que se pretendía inculcar a los ciudadanos hábitos más respetuosos con los recursos naturales y se proporciona información e ideas de cómo usar de forma racional el agua, la energía eléctrica, los residuos, etcétera.

En esta línea, las empresas del sector -hoteles, casas rurales, restaurantes, campos de golf, estaciones de esquí, parques de ocio, etcétera- también han tomado medidas para paliar los efectos de sus actividades; entre otras razones, porque son los propios turistas los primeros beneficiados.

El sector turístico en general se ha percatado de la necesidad de cuidar su entorno como vía para proteger su propia actividad. De este modo, muchas empresas del sector se están planteando (algunas ya lo han hecho) la posibilidad de certificar, mediante entidades autorizadas, su gestión medioambiental, con objeto de demostrar a los clientes su compromiso con el medio ambiente y la calidad.

Para lograr esta certificación tienen que contar con la ayuda de empresas auditoras especializadas, que, además de la certificación medioambiental general ISO 14001 y EMAS, ofrecen una certificación específica para el sector turístico, adaptada a las necesidades específicas de cada establecimiento. æpermil;sta es una certificación a medida, que resulta más ágil y menos burocrática.

La calidad y el cuidado por el medio ambiente se está convirtiendo en un objetivo prioritario para el sector turístico en general y para las cadenas hoteleras en particular. æpermil;stas son, ahora, muy sensibles a todo lo relacionado con la satisfacción del cliente, y la calidad de los servicios que ofrecen es un aspecto clave en este sentido. Esperemos que en los próximos años la tendencia se generalice y se convierta en una práctica habitual.

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