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Crónica de Manhattan
Tribuna
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La campaña del ' y tú más'

A Hillary Clinton le gusta recordar que ella es una de las primeras políticas que pidió la reforma del sistema de salud o evaluar la preparación de los profesores de las escuelas. Pero ¿a quién le importa ahora? El 5 de noviembre se renuevan parcialmente las dos cámaras del Congreso (Cámara de Representantes y Senado), además de elegirse a 36 gobernadores, pero asuntos como los que defendía la senadora Clinton están siendo tangencialmente mencionados en la pre- campaña y el debate es el dinero: el que ganan las empresas, el que se apropian sus ejecutivos, el que defraudan los financieros, el que pierden inversores y pensionistas, el que está convirtiendo a Wall Street, en una pesadilla para la recuperación económica del país.

Habrá que esperar a las presidenciales de 2004 para ver un debate menos retórico y que vaya más allá de las acusaciones del 'y tú más', la responsabilidad de lo que está ocurriendo con el gobierno de las empresas y las medidas adecuadas para corregir la situación.

La campaña se calentó cuando a principios de agosto, y después de consultarlo con Bill Clinton y los líderes de su partido en el Congreso (Tom Daschle y Dick Gephardt), el presidente del Partido Demócrata, Terry McAuliffe, acusó al presidente George Bush de las relaciones con las empresas ahora en cuestión y de capitalizar los hechos del 11 de septiembre para su beneficio electoral y no utilizar los apoyos conseguidos para enderezar la economía o atender causas sociales. Pero desde el Partido Republicano se ha querido mostrar que el patio trasero de los demócratas anda necesitado de limpieza también. El partido de la oposición recibe donaciones (el llamado a desaparecer soft money) de empresas de dudosa integridad, como Global Crossing o la de la propia diva del hogar y miembro de la jet set neoyorquina, Martha Stewart.

El ataque de los republicanos es la mejor defensa que han podido encontrar ante la posibilidad de que se les puede venir abajo el terreno ganado por la popularidad del presidente en su 'guerra contra el terrrorismo'. Bush ha dejado de estar inmaculado ante la opinión pública tras ponerse en duda su integridad empresarial y la del vicepresidente, Dick Cheney.

Para colmo de males, el presidente no ha podido permitirse el lujo de cancelar este fin de semana una cita para recaudar fondos para las campañas en Oregón, California y Nuevo México. El viaje de tres días le ha deparado la sorpresa de ver manifestantes contra su política económica y sus deseos de invadir Irak, además de poner a prueba su discurso sobre la limpieza empresarial. Y es que en un estado clave (y demócrata) como California el Partido Republicano tiene como candidato a gobernador a Bill Simons, un político procedente de la empresa y cuya compañía familiar acaba de ser sentenciada a pagar 78 millones de dólares por fraude. El presidente ha aparecido con Simons en dos de los cuatro actos celebrados, los dos reservados para donantes, no para electores. Bush presentó a Simons como un 'reconocido empresario', y evitó referirse al engorroso asunto judicial además de aparcar su discurso sobre la responsabilidad empresarial. Al día siguiente, en Nuevo México, volvió a mencionarlo además de desquitarse desempolvando advertencias contra el terrorismo. Y es que mejor olvidarse de las empresas, cuando el candidato sea empresario ya no es un activo.

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