Navidad 'brasileira'
No pretendo en pleno mes de agosto contarles lo que es una Navidad en Río de Janeiro. Simplemente me pregunto como va a llegar Brasil al 1 de enero de 2003, fecha en que según la Constitución de este país debe jurar su cargo el nuevo presidente que salga vencedor de las elecciones del otoño, después de una más que probable segunda vuelta electoral que deberá decidir entre los dos candidatos mejor situados. Parece que será una contienda entre dos candidatos de izquierda, Ciro Gomes y Lula.
Es decir, dos candidatos que no representan lo que sería la preferencia política y económica del FMI, del Gobierno norteamericano y, con seguridad, de muchos Gobiernos europeos. Todos estos desearían un recuperación del candidato oficialista José Serra, persona conocida y respetada en los medios financieros internacionales, pero que no está consiguiendo convencer al electorado brasileño. No es la primera vez que un personaje político goza merecidamente de un sólido prestigio internacional que luego no revierte en la política interna. Este es el caso.
Así las cosas, hace dos semanas me permití señalar que, en mi opinión, la intervención del FMI estaba tardando demasiado ya que el contagio argentino era una realidad en Uruguay y una próxima evidencia en Brasil. El Mercosur, pues, desarmándose por días. En Uruguay se movió rápido la Administración norteamericana adelantando el Tesoro un crédito de unos 1.500 millones de dólares a cuenta de una ulterior decisión del FMI. Esta semana, el vecino más pobre del Mercosur, Paraguay, recibía, a su vez, un préstamo modesto del Fondo de 200 millones de dólares. Y, entretanto, se produjo el gran anuncio de que por fin se organizaba desde el FMI el rescate financiero del gigante brasileño: 30.000 millones de dólares. Todos nos sentimos aliviados por la envergadura de la cifra. Suficiente para tranquilizar a mercados, fortalecer el real respecto al dólar y, así, detener la sangría de las reservas del banco central en apoyo de la moneda nacional.
Parecía también un anuncio destinado a sosegar el clima de la campaña electoral y en cierto modo evitar que los anuncios de futuras políticas económicas y compromisos internacionales de los candidatos se centraran en una crítica constante al papel del Fondo. El FMI había hecho correctamente su trabajo, la cifra era importante y significativa, la campaña electoral debería conducirse en el plano del debate político interno y que ganara el mejor.
Una vez más, el efecto del anuncio fue incapaz de superar la dura realidad, cuando se estuvo en condiciones de analizar los requisitos en que el FMI había organizado el rescate financiero de Brasil. Muchos millones de brasileños lo habrán entendido como lo que es: puede usted votar a quien quiera, pero cualquiera que sea elegido lo esperamos en Navidades, cuando su nuevo presidente tome posesión. Entonces, y en función de cual sea su programa económico, procederemos a liberar el crédito.
No sé si las dotes persuasivas del presidente saliente, Fernando Cardoso, que ha decidido organizar un diálogo político entre los candidatos, podrá convencer, no sólo a los líderes sino a sus votantes, de que en realidad la decisión del FMI consiste en la introducción de un corsé en la definición del futuro programa económico del candidato que gane las elecciones. Si además se supone que la segunda vuelta será un duelo entre un izquierdista moderado, Ciro Gomes, y un izquierdista radical, Lula, hágase el lector su composición de lugar de la reacción del votante medio brasileño cuando ha comprendido el sentido final de las condiciones que se encontraban en la letra pequeña del acuerdo con el FMI.
En efecto, la mayor parte del crédito de 30.000 millones de dólares no se liberará hasta después de las Navidades. En un principio, el banco central brasileño sólo recibirá un primer rescate de unos 3.000 millones de dólares en las próximas semanas. Apenas el doble de lo que recibirá su pequeño vecino, Uruguay.
Ya en noviembre, desvelado el nombre del triunfador de las elecciones, se liberarán otros 3.000 millones y luego..., conocido ya el candidato, pero no sus intenciones programáticas, por si acaso, el grueso de la operación rescate financiero, los 24.000 millones restantes se prestarán si el nuevo presidente que jure el cargo el 1 de enero se aviene a respetar el cuadro de ajuste aceptado por el equipo del actual presidente Cardoso.
No me extraña que cuando se ha conocido este alambicado ejercicio de ingeniería político-financiera, los temores y la incertidumbre sobre lo que nos depararán las elecciones brasileñas se hayan comido la inicial euforia en apenas una semana. Para colmo, las agencias de calificación de riesgo le han dado la puntilla al plan de rescate del FMI, al aumentar el riesgo-país de Brasil porque, según ellas, es más que probable que el nuevo presidente no podrá o no estará de acuerdo en cumplir las condiciones del desembolso del grueso del préstamo. A buen entendedor… Creo que las Navidades pueden ser muy complicadas subidos en el Pan de Azúcar.