¿Querer o poder?
El hombre es un ser pensante pero sus grandes obras las realiza cuando no calcula ni piensa'. Estas acertadas palabras de Daisetz T. Suzuki se refieren, claro está, al arte. El comercio electrónico aún no ha alcanzado esa categoría ni parece que esté jamás a su alcance. Sobremanera si sigue evolucionando por el camino del despropósito a que nos tiene acostumbrados.
La crisis del sector turístico, el miedo del 11-S o la desproporcionada subida de precios con el redondeo del euro (a elegir según preferencias) ha poblado los medios de comunicación este verano de anuncios con ofertas miles de mayoristas turísticos que no saben cómo llenar sus nada ocupados destinos. Y han recurrido a Internet para colaborar en esa captación de última hora para la que la Red parece creada a propósito. Pero con estas alforjas más valdría no haber iniciado el viaje. Por increíble que resulte las webs de viajes mantienen errores de los años noventa en sus páginas. Errores no ya técnicos o casuales, sino kafkianos.
Si alguien acude a Travelprice (www.travelprice.com) en busca de alguna oferta de alojamiento se encontrará con que algunas ofrecen niños gratis. Cubrirá entonces el formulario de reserva con, por ejemplo, dos adultos y dos niños, y se encontrará con que se le calcula un presupuesto para dos habitaciones dobles en las que los niños pagan como adultos. Lo de los niños es además mal común de muchos otros sitios, como si todos asumiéramos la baja natalidad española y margináramos concienzudamente a quien tiene la osadía de meterse en gastos. En Marsans (www.marsans.es) el formulario de reservas siempre cuenta con una pestaña para niños, pero sólo permite consultar como si todos fueran adultos.
Lo habitual además es desincentivar al cliente intentando obligarle a registrarse o, lo que es lo mismo, cubrir formularios con preguntas que jamás contestará correctamente ningún internauta, porque a nadie le importa nuestro puesto en la empresa o lo que gastamos en viajes. Muchoviaje (www.muchoviaje.com) es un buen ejemplo de esta política propia de los primeros años del comercio electrónico. Y la desincentivación del cliente llega a niveles de paroxismo en Rumbo (www.rumbo.es), donde nos exigen datos de reserva simplemente para confirmar precios de estancia u otras informaciones necesarias para decidirse por reservar o no un viaje.
Aunque también se puede desincentivar por aburrimiento, técnica harto extendida en webs de líneas aéreas. Salvo Easyjet (easyjet.com), la mayoría de las compañías conocidas como Iberia, Lufthansa, Aireuropa, etcétera, obligan a realizar una consulta para cada combinación de días en la solicitud de billetes. Si uno desea viajar a Londres la semana próxima y volver cualquier día de la siguiente tiene que consultar habitualmente día por día y combinación por combinación, cuando no hora por hora, la disponibilidad y precios.
Easyjet ofrece información sobre los vuelos disponibles el día antes y el día después del elegido tanto en la ida como en la vuelta, en una práctica tan de sentido común que asusta que nadie la implante. Y lo más triste es que cuando se deciden a renovar sus páginas y métodos, como ha hecho recientemente Halcón Viajes (www.halconviajes.com) introduciendo la lógica posibilidad de seleccionar destino o salida por provincia, nos encontramos con que la tecnología no está lo suficientemente afinada como para aprovechar los nuevos recursos. ¿Acaso no saben? ¿O tal vez sea que no quieren?
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