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Viajes

El Hong Kong de Europa

Mónaco es un ejemplo de que el tamaño no es siempre lo más importante. En menos de dos kilómetros cuadrados este principado ofrece glamour, lujo y arte

Es como un capricho, un lujo que la vieja Europa -y sin que sirva de precedente- se puede permitir. Un estado que no llega a tener ni dos kilómetros cuadrados. Del cual sólo son ciudadanos unos 5.000 individuos que ignoran por completo qué cosa es ésa de los impuestos; hay 30.000 vecinos a los que se permite residir allí, pero sólo esos 5.000 son, con todos sus derechos y casi nulas obligaciones, devotos súbditos de Monseigneur (como llaman a su príncipe). Para el resto del mundo, esa burbuja mínima brilla con la intensidad de un astro, y todos estamos convencidos de que en esa repisa litoral atan a los perros con longaniza, se pasan el día organizando rallies y bailes de la Cruz Roja, James Bond persigue a los malvados por los tejados con una copa de champán en ristre (Goldeneye) y los millonarios arrojan fortunas a los dientes verdes del Casino.

El Casino es, por así decir, la imagen de marca del Principado. La confusión no es fortuita: en efecto, el príncipe Carlos III, con visión cuasi profética, fundó en 1863 la Société de Bains de Mer, que sigue siendo en la actualidad la propietaria no sólo del Casino, sino también de la âpera, campos de golf y tenis, cuatro hoteles de gran lujo, 23 restaurantes y uno de los balnearios más exclusivos, entre otras propiedades. El Casino abrió sus puertas aquel mismo año y poco después, en 1878, Charles Garnier (autor de la âpera de París) construía el edificio modernista decorado con estucos, frescos y esculturas, vidrieras, lámparas y dorados que hacen de las salas de juego un palacio de fábula. Sin embargo, pese a lo que pudiera pensarse, el juego no representa para la economía del Principado más que un 5% de ingresos. El grueso de recursos le viene a Mónaco por las tasas al volumen de negocio, el sector inmobiliario o las transacciones jurídicas. Es decir, lo que lleva opulencia a Mónaco es la actividad. El comercio sobre todo, pero también los bancos y finanzas, el sector inmobiliario e industrias ligeras y no contaminantes. Uno de los sectores por los que más se apuesta es el turismo. Turismo de negocios (con varios centros de congresos y auditorios abiertos recientemente) y turismo convencional o recreativo, dada la privilegiada situación entre la Costa Azul francesa y la Riviera italiana; es un turismo de gama alta, desde luego, pero es posible encontrar un buen hotel en Montecarlo por menos de 90 euros la habitación doble.

¿Qué puede ofrecer un país tan exiguo? Mucho más de lo que podría pensarse. Para empezar, hay que distinguir en ese país cinco regiones diferentes: la antigua ciudad (crecida en el peñón de los Grimaldi, en torno al castillo medieval) o Monaco-Ville, Montecarlo (la ciudad nueva de fines del XIX), el puerto de La Condamine que suelda a ambas y los sectores occidentales de Moneghetti y Fontvieille. Montecarlo es la vitrina más glamourosa, con las piezas asociadas al Casino: el Café de París (verdadero centro y mentidero de la vida indígena), los hoteles más lujosos y la âpera, que sigue siendo uno de los grandes escenarios líricos de Europa. Las visitas culturales incluyen lugares como los apartamentos del palacio principesco y el Museo Napoleónico, el gran Museo Oceanográfico y Acuario, la catedral neobizantina y las callejas y rincones de la ciudad vieja, amén de otros varios museos, jardines exóticos y atracciones varias, como las excursiones en barco para ver fondos marinos o en helicóptero. Por no hablar de otros recursos turísticos como el golf, el tenis o los deportes marinos. Al puerto da un complejo acristalado que es otro de los filones monegascos: las Termas Marinas, cuyo origen se remonta a 1908 y que han sido adaptadas al perfil del siglo XXI; un mundo de relax y bienestar para el cuerpo que incluye todos los inventos y tratamientos de Occidente, pero también las técnicas y terapias de Oriente, con un gran refinamiento. En fin, que el tamaño no es siempre lo que importa.

Localización

 

Cómo ir. El aeropuerto de Niza queda a media hora en coche; el enlace se puede hacer en helicóptero (compartido sale más barato que pagar uno solo un taxi). Air Litoral (902 901 493) tiene tres vuelos diarios directos entre Madrid y Barcelona y Niza, a partir de 276 euros i/v (Madrid) y 240 euros (Barcelona). Por carretera, hay que tomar la autopista A 8 (peaje).

 

 

 

 

 

 

Alojamiento. El Hotel de Paris, pegado al Casino, es toda una leyenda, y está comunicado directamente con las Termas Marinas (377 92 16 30 00, Place du Casino, Montecarlo), entre 365 y 685 euros la doble. Hotel Hermitage, otra de las joyas modernistas del Principado (Square Beaumarchais, 377 92 16 40 00), 340-590 euros la doble. Hotel Balmoral, aunque es también de 1896, resulta asequible y tranquilo (12, Avenue de la Costa, 377 93 50 62 37), 92-168 euros la doble.

 

 

 

 

 

 

Comer. Le Grill (92 16 30 02, Hotel de Paris, Place du Casino), alta cocina y altos precios. Le Louis XV (92 16 30 01, Place du Casino), unos 85 euros a mediodía, 140-160 euros la cena. Café de París, asequible y más informal (92 16 20 20, Place du Casino), unos 40 euros. Le Bistroquet, con simpática terraza cerca del Casino (93 50 65 03, Galerie Charles III), 40 euros.

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