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Crisis latinoamericana

O'Neill inicia la gira latinoamericana sin soluciones para la crisis regional

El primer desafío para el responsable de la economía estadounidense será cerrar definitivamente la crisis diplomática originada por unas polémicas declaraciones en las que sugería que Brasil había desperdiciado la ayuda del FMI y que el dinero había terminado en cuentas bancarias en Suiza.

El Gobierno brasileño llegó incluso a cuestionar si recibir o no a O'Neill, que aún no se ha retractado. Fue el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, quien tuvo que reiterar la 'gran confianza' de EE UU en Brasil y alabar a la Administración brasileña por 'su habilidad para usar la asistencia monetaria internacional de forma efectiva'.

Pese a las declaraciones de Fleischer, la Asociación de Cámaras de Comercio de Río de Janeiro y São Paulo han enviado una carta al presidente de EE UU, George Bush, expresándole su 'preocupación' por las declaraciones del secretario del Tesoro. Una carta que 'expresa el sentimiento de más de 5.000 empresas asociadas'.

O'Neill tuvo que dejar claro en su declaración oficial antes de la gira que 'el equipo económico de Brasil ha hecho un trabajo considerable en el mantenimiento de políticas monetarias y fiscales sólidas'. El Gobierno brasileño firmó en septiembre de 2001 un acuerdo con el FMI que ponía a su disposición una línea de crédito preventiva. Casi un año después, Brasil ha retirado casi 15.000 millones de euros, apenas quedan 1.000 millones de euros disponibles y, no sólo no se ha sorteado la crisis, sino que no se vislumbra una salida.

El problema de la deuda

La posibilidad de que Brasil repudie el pago de una deuda pública de 250.000 millones de euros supone un quebradero de cabeza para los inversores internacionales. La incertidumbre electoral ha puesto en peligro el cumplimiento de los compromisos de la deuda.

Los dos candidatos mejor situados son Luiz Inácio Lula da Silva, líder del Partido de los Trabajadores, y Ciro Gomes, del Frente Laborista. Los dos son líderes populistas de izquierda, un cambio radical respecto al Gobierno vigente, cuyo cabeza de cartel, José Serra, no despega en las encuestas. Gomes tiene ahora un respaldo del 34,3% y Lula del 33,6%, mientras que Serra está muy lejos, con un 13% de la intención de voto.

La economía de Brasil se ha deteriorado seriamente. La Comisión Económica de Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (Cepal) estima que el PIB se contrajo casi un 1% en los tres primeros meses de 2002. 'Las fuertes presiones que vienen ejerciendo los mercados financieros en ese país la prima que pagan los bonos brasileños ha pasado de algo más del 8% al 21% limitarán las perspectivas de reactivación en el segundo trimestre', afirma la Cepal.

La suspensión de pagos tendría efectos devastadores en Europa. El Banco de Pagos Internacionales estima que los préstamos a Brasil de los bancos alemanes, franceses y españoles ascienden a 40.485 millones de euros.

Otro país que pasa por apuros es Uruguay. O'Neill ha reafirmado su apoyo al pequeño país suramericano, que será su segunda parada. Montevideo busca desesperadamente el desembolso inmediato de 1.520 millones de euros, de los que EE UU aportaría 810 millones, según los diarios uruguayos. O'Neill aún no ha concretado nada y el FMI pide 'calma'.

La crisis argentina ha dilapidado las reservas en divisas del banco central uruguayo, obligado a cubrir las cancelaciones de cuentas. Las reservas han caído un 79% y los bancos han perdido un 33% de los depósitos. A la espera de ayuda, el Gobierno decretó desde el martes el cierre bancario y ahora un corralito parcial de las cuentas, que en principio se limitará a aplazar el vencimiento de los depósitos a plazo fijo.

El crédito preventivo del FMI, de 810 millones de euros, obtenido en marzo y ampliado a 1520 millones de euros en junio, no ha servido para frenar una crisis que ha cristalizado en disturbios callejeros y saqueos a los comercios que recuerdan peligrosamente a Argentina.

Argentina reduce el déficit

Buenos Aires será la última parada para O'Neill. Argentina vive la peor crisis de su historia -se espera que el PIB se contraiga un 13%-, la libre flotación del peso ha provocado una depreciación del 70% sobre al dólar, tres millones de trabajadores están en paro y 17 millones de personas son pobres en un país que cuenta con 36 millones de habitantes.

O'Neill ha urgido a Argentina a cerrar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Buenos Aires tiene el mismo deseo, pero el Fondo quiere soluciones al corralito.

Mientras tanto, el Gobierno argentino redujo el gasto público 1.800 millones de pesos, cerca de 500 millones de dólares, en los seis primeros meses, según informó ayer el secretario de Hacienda, Jorge Sarghini.

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