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Miradas digitales
Tribuna
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Telas de araña

Ya no queda ninguna duda. Este es el año de la araña, bien alejado de aquel año del gato al que cantara Al Stewart en 1976. Hemos asistido a la recuperación cultural del superhéroe más humano del siglo pasado gracias al celuloide y asistiremos este verano a la reafirmación de uno de los más viejos y maravillosos miedos que han pululado por la cultura cinematográfica de toda una generación: el ataque arácnido.

Y, sobre todo, asistimos impertérritos al tejer de la tela que nos rodea en el seno de la Red. Primero llegó en pleno otoño la celebérrima USA Patriot Act, que recortaba de forma inusitada los derechos civiles y atacaba las libertades fundamentales estadounidense so pretexto de garantizar la seguridad nacional, al tiempo que hacía planear sobre el resto del mundo la sombra orwelliana del Gran Hermano.

Después llegó, apenas iniciado el verano, la operación TIPS (www.citizencorps.gov/tips.html), con la que el Departamento de Justicia de EE UU pretende convertir a cada trabajador en delator y espía de sus compañeros y conciudadanos, en una actitud calificada de golpe de Estado encubierto hasta en las filas republicanas más conservadoras.

Y, finalmente, alguien ha pensado que podría dar a las compañías discográficas patente de corso: vía libre para sabotear las redes P2P (peer to peer) de intercambio de canciones, películas y otros ficheros diversos que incluyen materiales con derechos de autor, pero también otros de libre circulación. El 25 de julio se presentaba en el Congreso de EE UU un proyecto de ley que pretende esto y quiere proteger a las empresas que hagan tamaña barbaridad e inaceptable intromisión en nuestros ordenadores de las consiguientes y razonables demandas que plantearían los usuarios.

La tela de araña que pretende tejer este proyecto de ley ya es una realidad desde que varias discográficas decidieran recurrir al más deleznable sabotaje para acabar con el intercambio de música. Las compañías contratan empresas que distribuyen archivos señuelo que están vacíos o no funcionan para frustrar las descargas de canciones. Habría que recordar a todo el mundo, que para ser de los buenos hay que ser bueno y además parecerlo.

Lo más gracioso es que esta amenaza fantasmagórica, que teje y teje a nuestro alrededor ese ejército de arañas mutantes que componen el denominado mercado, es tan inútil como ridícula. Cualquiera mínimamente avezado en el intercambio de ficheros al estilo Napster, programa del que tenemos una variante española reciente que esta gozando de creciente éxito llamada Blubster (www.blubster.com), sabe que si una discográfica introduce basura en el sistema, como por ejemplo un archivo MP3 del último disco de Estopa que en realidad contiene la voz de un tipo que dice: 'Pirata que eres un pirata', la primera persona que lo descargue lo borrará de su disco duro. Lo mismo harán todos los demás, con lo que cuando otro intente descargar esa canción es más probable que encuentre la buena que la falsa.

Pero también hay gentes con una mínima dosis de lucidez y sentido común. Pressplay (www.pressplay.com) ha anunciado en su servicio musical por suscripción acceso ilimitado por una tarifa plana mensual de 15 euros, menos de lo que cuesta un CD de éxito. Así pues, en este escenario kafkiano tan solo el humor (yonkis.ya.com/flash/spiderman.htm) nos puede redimir.

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www.prosperomoran.com

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