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Tribuna
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Réplica a Anselmo Calleja

Querido Anselmo. Siempre leo con interés tus artículos en Cinco Días. Me recuerda nuestra vieja amistad, pese a que hace algunos meses no nos vemos. ¡Este Madrid! Su lectura me resulta doblemente agradable. Primero al saber que te sigues encontrando estupendamente de salud y lleno de energía. Segundo, que los años no sólo no pasan por tu cabeza de buen economista bien amueblada, sino que, al contrario, cada vez te mojas más tanto en su contenido como en sus conclusiones.

Esta vez, al leer ya el pasado viernes el sugerente título de Al final la verdad (siempre) prevalece, y encontrándome en un doble estado de gracia terrenal, por estar disfrutando ya de las vacaciones y con claridad mental, lo hice con cierto espíritu crítico. Y lo hice porque tocas mis vivencias personales no sólo en el país: Argentina, sino el sector de líneas aéreas.

Mis experiencias de dos años fueron de tal magnitud e intensidad que podrían calificarse como la comida china de agridulce, en este caso con escaso dulce y con mucha acidez, y en ciertos momentos con situaciones de dramatismo. Por todo ello, a tu dicho contestaría con otro, muy conocido, que reza así: 'Del dicho al hecho, hay un gran trecho', y te diré por qué. Estoy convencido de que, al ver la respuesta y mi nombre, rápidamente me situarás durante mi estancia en Buenos Aires en el periodo 1992-1994, como vicepresidente ejecutivo de Aerolíneas Argentinas. Hacía escasos meses que esta aerolínea se había privatizado e Iberia había tomado la mayoría de su accionariado, con la facultad de nombrar al máximo ejecutivo. El presidente tenía que ser de nacionalidad argentina. Por tanto, Anselmo, viví, en carne propia, dos años al pie de aquel volcán empresarial. Te diré, por cuanto conocí desde casi su inicio cómo se fraguó esta toma de decisión, pues fui llamado para ir a Buenos Aires a finales de julio para sustituir a Manuel Esteve.

Por ello, te diré, en cuanto a estrategia, escenarios optimistas, pesimistas, medios, partiendo del conocimiento del pasado y de sus magnitudes económicas, conociendo las magnitudes de Varig, Lan Chile y todo lo que a ti se te ocurra, que había un gran trabajo. Este trabajo de campo lo había realizado la más prestigiosa de las consultoras americanas. Debe quedar claro que no me estoy refiriendo a Arthur Andersen ni a ninguna de las cinco grandes auditoras-consultoras americanas.

Como verás, querido Anselmo, en cuanto al cacumen del apoyo para la toma de la decisión por parte de la empresa-país, al menos se contó con lo que no sólo parecía, sino que era reconocido como tal como diría un paisano mío gallego: 'O mellor du mundo (non u sei), pero o mais caro (sin lugar a ningún dubio)'. Hay otro caso que no ocurrió allende de los mares, sino aquí al lado. Me parece que este país es todo lo contrario y es, además, experto en evaluar la relación inversión-riesgo. Se llama Suiza.

Ocurrió hace precisamente ahora dos años y en su línea de bandera Swissair, reconocida por todos como donde la relación precio-calidad alta estaba conseguida. Pues bien, la misma consultora sí recomendó a Iberia a principios de los noventa su despliegue por Suramérica y recomendó a Swissair su entrada en Sabena de Bélgica. ¿Dónde están ahora estas dos compañías? En el baúl de los recuerdos.

En la parte humana, los siete españoles que teníamos que poner en orden a las casi 9.000 aerolíneas, aparte de titánico, fue, además de triste, difícil de olvidar. El que durante años había sido, además de director financiero de Iberia, alma máter en la negociación de la compra de sus flotas, la inversión y control del desarrollo del edifico de Velázquez, con una lealtad y honestidad a toda prueba, estaba llevando la dirección financiera de Aerolíneas. Pues bien, el ambiente estaba tan en contra de nuestra presencia que en una reunión, negociando con YPF, murió de un infarto. Con estas líneas quisiera rendirle homenaje de agradecimiento. Este hecho marcó para mí el nivel de lo que yo entiendo por calidad humana. Cuando a los pocos días traíamos su ataúd para Madrid en Aerolíneas Argentinas a las ocho de la mañana, nada más traspasar la línea de control, me encontré con Carlos Espinosa de los Monteros, que había sido presidente de Iberia.

Cuando fui hacia él para preguntarle qué hacía a tan temprana hora allí, me contestó: 'Si no somos agradecidos con aquellos que nos dieron su lealtad y honestidad en su trabajo, ¿con quién lo vamos a ser?'. Tal vez aquí es donde tu artículo cobra validez cuando afirmas 'y lo que es quizá más importante es el deficiente sistema de selección y nombramiento'. Poco más que enviarte un cariñoso abrazo.

Posdata. Leo en Cinco Días que Iberia ha concluido uno de los mejores momentos. Aparte de la clave actual, hay dos decisiones más profundas y muy bien gestionadas por la dirección de Iberia que son: haberse desligado de Aerolíneas y convencer a sus pilotos de que los tiempos han cambiado y de abandonar su pasado más reciente.

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