Colombia debe conciliar un mayor gasto militar con menores ingresos
El equipo del presidente electo de Colombia, Álvaro Uribe, se encuentra actualmente ultimando algunos detalles de lo que será un ambicioso programa de reformas que seguramente se presentará poco después de asumir el 7 de agosto. Las reformas tienen como objetivo conciliar la delicada situación fiscal por la que atraviesa Colombia y el necesario aumento del gasto militar, eje de la campaña de Uribe, para combatir el terrorismo. Las reformas que se presentarán abarcarán tanto el ámbito fiscal, laboral y el sistema político.
En el ámbito fiscal se pretende impulsar una reforma tributaria que comprende la eliminación de las exenciones al IVA (ampliando su base del 45% al 60% del PIB) y reduciendo su tasa de dispersión (se mantendría o incluso podría reducirse la actual tasa promedio del 16%).
Las reformas fiscales también comprenden la simplificación de los impuestos territoriales y la creación de un impuesto de guerra temporal, que gravaría a las personas de mayores ingresos y a las empresas (un esquema ya utilizado a mediados de los noventa).
Sin embargo, estas reformas tributarias no serían suficientes para incrementar la recaudación en al menos el 2% del PIB, cifra que el Gobierno estima necesaria para implementar su plan de lucha contra el terrorismo.
Es por ello que Uribe piensa también recortar ciertas partidas de gasto. Por una parte se pretende seguir adelante con la reforma del sistema de pensiones presentada por su antecesor, Andrés Pastrana, que actualmente se encuentra frenada en el Congreso, incluyendo algunas modificaciones. Con el fin de favorecer la creación de empleo (el desempleo se encuentra actualmente en el 17,5%), Uribe quiere que se congelen las contribuciones en el actual 13,5% hasta 2006. Conjuntamente con estas reformas económicas, Uribe pretende también impulsar una reforma política que incluye cambiar la estructura del Congreso al pasar de un sistema bicameral a uno unicameral y reducir el número de cargos políticos con el fin de reducir el coste de la burocracia.
Si bien Uribe dispone de un capital político sin precedentes, gracias a su fuerte victoria en las urnas y la mayoría que ostenta en ambas Cámaras, su apuesta puede parecer un tanto ambiciosa. En particular, el intentar conseguir simultáneamente una reforma económica y política puede significar que la segunda, más delicada, pueda trabar a la primera, más urgente.
A pesar de la mayoría en ambas cámaras, los uribistas proceden de una diversidad de partidos, por lo que la cohesión en el legislativo ante un reforma política incómoda no está asegurada. Ya existe el precedente de Pastrana, que en 2000 intentó llevar adelante una reforma política que finalmente bloqueó también las reformas económicas.
Las reformas económicas se hacen indispensables ante la delicada situación fiscal: el déficit este año, de no llevarse a cabo recortes al gasto, podría alcanzar al 4% del PIB, muy por encima de la meta de 2,6% del PIB pactada con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El fuerte respaldo que ha recibido Uribe por parte de Washington y la estrategia de señalar que Colombia es una nación en guerra y que por lo tanto no está en condiciones de cumplir con sus objetivos fiscales parece haber tenido eco en el FMI y permitirá a Colombia recibir, al mismo tiempo, un mayor apoyo multilateral.
Pero eso no será suficiente para que Colombia asegure, desde una perspectiva de largo plazo la sostenibilidad de sus cuentas públicas.