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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Prudencia presupuestaria

Mientras algunos socios de la zona euro tienen serias dificultades para cumplir los compromisos de reducción de déficit del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, España prevé cerrar 2003 con 'equilibrio' presupuestario en el conjunto de sus Administraciones públicas. Un éxito fiscal en tiempos de desaceleración económica que, una vez más, sólo será posible gracias a un superávit de la Seguridad Social equivalente al 0,5% del PIB. Este excedente servirá para compensar un déficit de tamaño similar en las cuentas de la Administración central (la única que puede permitirse el lujo de cerrar ejercicio con números rojos, ya que comunidades y ayuntamientos están obligados al equilibrio fiscal). El Gobierno renuncia a un esfuerzo adicional en materia de ajuste presupuestario para el año próximo y deja el cumplimiento del déficit cero en manos de una coyuntura económica plagada de incógnitas.

El objetivo presupuestario para 2003 está basado en unas previsiones de crecimiento de en torno al 3%, frente al objetivo del 2,4%fijado para este año. Pese al mayor crecimiento previsto, la estimación de aumento de los ingresos fiscales para el año próximo es más modesta que la de 2002 (en torno al 4%, frente al 6% registrado en el primer semestre de este año), debido, sobre todo, al previsible impacto de la reforma del IRPF. El déficit cero para el próximo ejercicio está, pues, supeditado a que se cumplan las previsiones de reactivación económica y se mantengan (o crezcan) las afiliaciones a la Seguridad Social.

Condicionantes que, a su vez, están sujetos a una larga lista de elementos que presentan pronóstico reservado: la confianza de los ciudadanos y empresas, vapuleada por el desplome de los mercados; la reactivación de la demanda exterior, con señales dudosas en EE UU y signos de persistente estancamiento en Alemania; la evolución de los precios, muy ligada a una negociación salarial que se presenta difícil dado el clima de conflictividad social reinante en el país, y un fortalecimiento del euro que podría dañar las exportaciones y está endureciendo de facto las condiciones monetarias pese al mantenimiento de los tipos de interés oficiales.

Ante semejante clima de incertidumbre, el Gobierno opta por ampararse en la prudencia presupuestaria. Ni el mapa económico nacional ni la coyuntura internacional dan margen de actuación suficiente para ser más agresivo en las previsiones. Además, el panorama imperante en los países de la zona euro es lo suficientemente desolador en materia presupuestaria (Portugal cerró 2001 con un déficit del 4,1%, Francia y Alemania han supeditado sus compromisos fiscales a ambiciosos objetivos de crecimiento) como para que España pueda considerar un triunfo la decisión de conformarse, un año más, con un equilibrio presupuestario 'en el conjunto de las Administraciones públicas'.

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