Bruselas se alía con los transportistas para aprobar la nueva propuesta fiscal
De ser aprobada por el Consejo de Ministros de Economía y Finanzas de la UE (Ecofin) la propuesta, tal y como fue presentada por la Comisión el pasado miércoles, se producirá un alza en la fiscalidad mínima de la gasolina y el gasóleo, que castigará sobre todo a los países que, como España, siempre han preferido aplicar una baja carga impositiva a los combustibles y también perjudicará a las naciones que, como el Reino Unido, se encuentran en un nivel de impuestos muy por encima del nuevo mínimo que se tratará de aplicar en toda la Unión a partir de 2006 y que tiene previsto culminar en 2010.
Frente a los mínimos actuales, que son de 245 euros por cada 1.000 litros de gasóleo y 287 euros por 1.000 litros de gasolina sin plomo, Bolkestein pretende que ambos combustibles equiparen su fiscalidad mínima en 360 euros por 1.000 litros, quedando ésta reducida a 350 euros sólo para el gasóleo de uso profesional, lo que abre la puerta a la armonización del principal coste que soporta un sector tan sensible a los cambios de los precios energéticos como es el transporte de mercancías por carretera.
La inclusión de menor fiscalidad para los profesionales del volante ha sido muy bien acogida por los transportistas de la Unión, si bien en España, la imposición actual se sitúa en 294 euros por 1.000 litros, lo que se traduce en que el ansiado acercamiento a Europa supondrá un incremento de los tributos de este combustible en un 22%. Además, los expertos consultados interpretan que esta consideración hacia los transportistas podría determinar el apoyo de algunos países indecisos, algo crucial, teniendo en cuenta que la propuesta necesitará la unanimidad para ver la luz.
La posición del Gobierno español, que ya se opuso a anteriores intentos de reforma de la fiscalidad, aún no ha sido anunciada. Sin embargo, fuentes del Ministerio de Fomento han recordado que 'existe un grupo de trabajo formado por este departamento, y los de Economía y Hacienda que continúan estudiando la propuesta y las modificaciones que podrían introducirse al documento', ya que estas fuentes consideran que el consenso será improbable 'sin cambios sustanciales al proyecto inicial'.
Al margen de las subidas de impuestos que se avecinan, sin duda la parte más polémica del Plan Bolkestein es la equiparación fiscal que propugna del gasóleo para uso particular y la sin plomo, con el propósito confesado de frenar la progresiva dieselización del parque automovilístico de la Unión. Los fabricantes, a priori los grandes perdedores con esta medida ante un rotundo cambio de hábitos en los compradores de coches, sin embargo se muestran confiados en que gracias a los avances tecnológicos y al acercamiento de precios entre los turismos diésel y gasolina 'el porcentaje se mantenga en 50 frente a 50', explican fuentes de la patronal Anfac.
Las petroleras, por su parte, se muestran contrarias a que aumenten los impuestos especiales de los carburantes, que ya representan el 63% del precio de la gasolina y el 57% en el del gasóleo.