La sombra del Sáhara
La sombra del Sáhara planea no sólo sobre el conflicto del islote Perejil, sino sobre todo el amplio espectro de las relaciones hispano-marroquíes. De lo que ocurra de aquí al miércoles 31, fecha en la que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas debe pronunciarse sobre el futuro de la antigua colonia española, dependerá en buena parte la armonía o el desencuentro futuros entre Rabat y Madrid. Porque lo más importante para el trono alauita es que su actual ocupación militar de la Saquía al Hamra se convierta, con la bendición internacional, en una soberanía de hecho del territorio. El monarca, Mohamed VI, pretende seguir la senda marcada por su abuelo, Mohamed V, artífice de la independencia, y por su padre, Hasan II, cuya Marcha Verde provocó el conflicto, con la anexión pura y dura del Sahara. Una forma de hacer olvidar a sus súbditos la catastrófica situación económica y social que sufre el reino marroquí.
Para conseguir esa anexión, la postura de España constituye un peñasco en el zapato de las aspiraciones marroquíes. España apoya, como lo ha venido haciendo desde su salida del territorio en 1975 de acuerdo con la doctrina de la ONU, la celebración de un referéndum de autodeterminación entre la población original saharaui. æpermil;se es el verdadero problema en las relaciones, por encima incluso de la reivindicación de Ceuta y Melilla. Para forzar un cambio de postura español, Rabat se negó a renovar el acuerdo pesquero con la UE, retiró a su embajador en Madrid, protestó por unas rutinarias maniobras militares en torno a las Chafarinas, consideró ilegal unas concesiones petroleras off shore en aguas de Canarias y tensó el arco con la ocupación de Perejil.
El Consejo de Seguridad comenzó el lunes la discusión oficiosa -para ser oficial se necesitan dos tercios de los 15 miembros- de un papel presentado por el ex secretario de Estado norteamericano James Baker, que EE UU ha hecho suyo, en el que, en un cambio de posición copernicano, se propone la anexión del Sáhara a Marruecos, con la concesión de 'una amplia autonomía' y la celebración de una consulta popular al cabo de cinco años. Marruecos ha acogido alborozadamente la propuesta, que también cuenta con el apoyo de Francia y Gran Bretaña. El Frente Polisario rechaza de plano el documento, que supondría para los saharauies la aceptación de lo que califican como 'una nueva situación colonial'. En apoyo de una solución que cuente con el respaldo de las dos partes en litigio, Marruecos y el Frente Polisario, se encuentran España, Argelia y dos grandes del Consejo de Seguridad, Rusia y China.
Es muy posible que el Consejo de Seguridad decida darse un nuevo plazo hasta noviembre. Todo depende de la presión que haga EE UU. Si Washington insiste en presentar oficialmente su propuesta y consigue los dos tercios necesarios para ello, la posición española sólo podría mantenerse si los rusos o chinos hacen uso de su derecho de veto en el Consejo. La intervención directa de Colin Powell en el conflicto de Perejil y la inconcebible postura de Francia en una crisis que afectaba a un socio de la UE, cuya desunión ha quedado una vez más demostrada, han resultado hasta ahora inexplicables. ¿Ha conseguido Washington el apoyo de Rabat para un eventual ataque a Irak? ¿Qué intereses han sido garantizados a Francia en un futuro Sáhara marroquí? Lo que sí es seguro es que España tendrá más raciones de Perejil, si el Gobierno mantiene su postura sobre su antigua colonia.