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'Telecos'

Telefónica condiciona la inversión a que el Gobierno cambie las leyes

Por eso, el ex monopolio exige al Ejecutivo que aproveche la obligada transposición de las directivas comunitarias para hacer lo que dice Bruselas: minimizar la regulación y dejar desarrollarse a los negocios emergentes. Si no, Telefónica está dispuesta a dejar de invertir. El pulso ronda los 7.400 millones de euros hasta 2005, más de la mitad en banda ancha.El profundo malestar que sacude en los últimos meses el sector español de telefonía fija se agudiza por momentos y gana protagonistas. Telefónica de España ha roto su mutismo y lo ha hecho poniendo en juego todo su potencial de presión, en forma de las millonarias inversiones que el ex monopolio acomete cada año. Si la normativa no cambia y favorece la rentabilidad de estos desembolsos, la operadora está dispuesta a dejar de invertir, puesto que el mercado no lo justificaría.

Telefónica y todos sus rivales están de acuerdo en un aspecto fundamental: la regulación actual del Gobierno es inadecuada y hay que cambiarla. En lo que difieren es en el camino que tienen que seguir las nuevas normas. Tampoco es homogéneo lo que cada una ha puesto en la balanza: las nuevas operadoras presionan con sus problemas financieros y Telefónica con sus cuantiosas inversiones.

El detonante de las presiones es la obligación del Gobierno español de aprobar una nueva normativa sobre telecomunicaciones que trasponga las directivas europeas. Según Telefónica, el espíritu comunitario recomienda el comienzo de un proceso gradual de desregulación, el establecimiento de una normativa ex post (que actúe a posteriori) y la no legislación de los mercados emergentes, para no condicionar su crecimiento.

Y estas líneas generales son, a juicio del ex monopolio, contradictorias con la actual regulación española. En el mercado español, asegura, la normativa toca aspectos mucho más numerosos que en otros países europeos, incluida la regulación de los precios finales a clientes y de todo tipo de ofertas. En cualquier caso, Telefónica mantiene que la liberalización ha sido un éxito y basa su argumento en el elevado número de operadores (68) del mercado de telefonía fija, así como en los beneficios para los consumidores, en forma de multiplicidad de ofertas y fuerte rebaja de precios.

Ataque del móvil

El problema para todos los operadores, añaden fuentes del ex monopolio, es que el mercado de telefonía fija no crece y en esas condiciones es imposible garantizar la salud financiera de los implicados en la competencia. Este segmento no sólo está saturado, sino que empieza a sucumbir al fuerte ataque de la telefonía móvil, que ya ha canibalizado el 20% del tráfico que antes facturaba el fijo. También comienza a notarse el efecto sustitución, con 1,2 millones de hogares españoles en los que sólo hay un terminal celular.

Ante este panorama, la telefonía fija tiene que buscar nuevos negocios de crecimiento. Telefónica tiene claro que la banda ancha es la solución y ahí es donde entran en juego el Gobierno y la regulación.

La operadora dominante pide al Ejecutivo que le dejen hacer crecer el mercado de banda ancha y para ello se necesitan tres cosas: inversiones en infraestructuras, en innovación y en desarrollo de mercado. La primera no presenta problemas, pero Telefónica dice que la regulación coarta las otras dos. Toda innovación que realice en banda ancha tiene que ser compartida a precio de coste con sus rivales, lo que carga sobre sus espaldas todo el riesgo y casi ningún beneficio; tampoco tiene libertad para crear mercado, porque el Ejecutivo prohíbe muchas de las posibilidades que tiene para ello. Por ejemplo, sería impensable que Telefónica pudiera regalar los modems de conexión de banda ancha a Internet a cambio de retener determinado tiempo al cliente, como durante algún tiempo estuvieron haciendo las operadoras de móviles para captar y crear la necesidad en usuarios.

Todas estas inversiones tienen que tener un marco adecuado para realizarlas y, si no, no se harán, concluye Telefónica. 'Si no encontramos una normativa que nos permita rentabilizar las inversiones, hay que replanteárselas y se trata de cifras importantes', explican fuentes de la operadora. 'Nos encantaría que el marco fuera tal que nos permitiera invertir mucho en un tema tan importante como el desarrollo de la sociedad de la información'.

Telefónica no ha cuantificado cuánta inversión está en juego, pero cada acceso de banda ancha le cuesta unos 1.000 euros y el objetivo es que haya entre 3,5 y 4,5 millones de ellos en 2005. Según las cifras presentadas a los analistas en la conferencia de Sevilla, la operadora tiene previstos unos desembolsos de unos 7.400 millones de euros entre 2002 y 2005, y más de la mitad de ellos se destinarán a banda ancha.

El ex monopolio ha seguido muy de cerca la postura que han mantenido sus competidores en las reuniones con el Ministerio de Ciencia y Tecnología, y ha estudiado a fondo lo que se conoce de su decálogo. La conclusión de Telefónica es que la mayoría de sus propuestas son restrictivas y teñidas de negativismo, es decir, asegura que no aportar crecimiento al mercado, que es lo que necesita. La crítica sobre alguna de las medidas es más intensa, como la que pide limitar la cuota del ex monopolio, de la que Telefónica afirma que no beneficia ni a los usuarios ni a la sociedad, sólo a las operadoras que la piden.

Telefónica hace hincapié en que, por mucho que crezca el mercado, el número de rivales tiene que reducirse y, en este sentido, considera muy razonables los pasos que ha dado Auna.

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