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Presidencia española UE

Impulso a la agenda de reformas estructurales y de liberalización

La ausencia de contratiempos notables en el nacimiento físico del euro no sólo dejó sin grandes titulares a la prensa sensacionalista, sino que vació también de contenido la que era la segunda prioridad absoluta (después del combate al terrorismo), del semestre de José María Aznar y su Gobierno al frente de la UE. Las periódicas comparecencias públicas a principios de año del ministro de Economía, Rodrigo Rato, acompañado en ocasiones por el presidente del BCE, Wim Duisenberg, o el comisario europeo de Economía, Pedro Solbes, pronto se convirtieron en un ritual cuya única novedad consistía en el porcentaje de sustitución de las 12 monedas nacionales a extinguir. El 100% se alcanzó mucho antes del 28 de febrero, fecha en que concluía el periodo de doble circulación.

Rato interpretó este éxito como un plebiscito de inusual formato a favor de las reformas estructurales. Con su desapego por un símbolo de identidad tan poderoso como la moneda nacional, los ciudadanos habían demostrado, según el ministro, su disposición a avanzar en la modernización y liberalización de la economía. Y los Gobiernos que no lo entendiesen así, concluyó Rato, recibirían el castigo en las urnas.

Pocos días después, en la Cumbre de Barcelona (15 y 16 de marzo), la presidencia española ponía a prueba su teoría y proponía la liberalización total de los mercados energéticos antes de 2005. Francia, con reválidas electorales pendientes tanto para el presidente de la República, el conservador Jacques Chirac, como para el primer ministro, el socialista Lionel Jospin, desafiaría la doctrina española negándose a una apertura total de los mercados.

Acuerdo de mínimos

Ambos impusieron en Barcelona un acuerdo de mínimos para permitir a las empresas europeas elegir suministrador de electricidad a partir de 2003 y de gas a partir de 2004. Los consumidores particulares aún deberán esperar. Las elecciones presidenciales condenaron a Jospin al ostracismo político, pero Chirac, cuya defensa del servicio público no fue menor, arrasó en cuatro citas electorales.

La capacidad de convicción de Rato fue mayor en el terreno financiero. Barcelona selló el acuerdo sobre un nuevo procedimiento legislativo (propuesto por el profesor y antiguo presidente del Instituto Monetario Europeo Alexandre Lamfalussy) que permitirá actualizar las normas bursátiles de acuerdo a la evolución y exigencia de los mercados.

En el semestre español se cerró además el reglamento que armonizará las normas contables para las empresas cotizadas en Europa, haciendo obligatorias a partir de 2005 las International Accountig Standards. Se logró también un acuerdo político sobre la futura directiva de fondos de pensiones, que supone el primer paso hacia la integración de un mercado cuyos activos superan los 3,5 billones de euros.

España remataba también la directiva para combatir el acoso sexual en el trabajo y la actualización de la legislación sobre protección de datos en las comunicaciones electrónicas.

La inesperada guinda al capítulo de éxitos fue la luz verde para Galileo, el sistema europeo de navegación por satélite que aspira a acabar en 2010 con el monopolio que disfruta EE UU en este servicio.

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