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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Crisis de confianza

Las crisis de los grandes grupos empresariales estadounidenses continúan golpeando los mercados. El terremoto que provocó el escándalo de Enron ha tenido múltiples réplicas, pero la de mayor potencia se produjo ayer mismo en la también estadounidense Worldcom.

La segunda compañía telefónica de larga distancia de EE UU desveló ayer irregularidades contables por valor de casi 4.000 millones de euros, que, en opinión de la Comisión de Valores estadounidense (SEC, por sus siglas en inglés), 'son de una magnitud sin precedentes en los mercados públicos'. Las irregularidades se han saldado, de momento, con la inmediata salida de la empresa de su responsable financiero, Scott Sullivan, y con la confirmación de un ajuste laboral que afecta a 17.000 empleados, una cuarta parte de la plantilla. No obstante, todos los expertos apuntan que los problemas para Worldcom no han hecho nada más que comenzar y que la petición de suspensión de pagos es sólo cuestión de tiempo.

Hasta aquí el impacto puramente empresarial, que ayer no fue precisamente el más visible. La crisis de Worldcom tiñó aún más de rojo los índices de las Bolsas de todo el mundo, que experimentaron una jornada especialmente tensa. La Bolsa de Madrid, por ejemplo, llegó a perder más del 5% a lo largo del día, aunque la caída final fue del 1,33%.

Tras el descenso de ayer se esconde, no obstante, algo más que un puñado de descalabros empresariales. Es algo más profundo. Es la constatación de que la falta de confianza en la gestión, en las cuentas de las empresas y en las personas que las dirigen ha estallado. Ese sentimiento, que arrancó con Enron, se ha instalado definitivamente en Wall Street e inevitablemente en el resto de las plazas financieras. Y ha asestado un tremendo golpe a dos de los actores que hasta hace muy poco eran considerados pilares del mundo de los negocios, las auditoras y los bancos de negocios.

Esta corriente se produce, además, en un momento en que las incertidumbres económicas y políticas están haciendo pasar un mal rato a los mercados. La falta de una expectativa clara del ritmo de recuperación de la economía mundial y los problemas de Argentina, que están empezando a trasladarse a otros países de Latinoamérica, no son las únicas sombras. Junto a ellas aparecen la eterna amenaza de nuevos ataques terroristas como los del 11-S, el inacabable enfrentamiento entre israelíes y palestinos y el foco de tensión entre India y Pakistán.

Con este complicado panorama sobre la mesa, se hace imprescindible que Gobiernos y empresas empiecen a lanzar mensajes dirigidos a recuperar la credibilidad en el sistema. La reunión del G-8 que se inició ayer en Canadá puede ser el momento y el lugar ideal para emprender este camino. Por su parte, las empresas cotizadas tienen en su debe encontrar fórmulas para recobrar algo que es vital para su futuro, la confianza de los inversores.

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