La sustitución de Arafat, única crítica generalizada al plan de Bush
Las reacciones a la propuesta del presidente de EE UU, George Bush, para pacificar Oriente Próximo no se han hecho esperar. El apoyo a la iniciativa estadounidense ha sido mayoritario, pero se ha visto ensombrecido por una crítica generalizada a uno de sus puntos fuertes: la sustitución del líder palestino, Yasir Arafat. Aunque el nombre de Arafat no se mencionaba explícitamente, la propuesta presentada el lunes por Bush condiciona la creación de un Estado palestino a la reforma y cambio del liderazgo palestino.
La implícita mención a Arafat cumple los deseos del primer ministro israelí, Ariel Sharon, cuya política se ha enfocado en acabar con el liderazgo del actual presidente palestino.
En la UE se saludó la propuesta de Bush, pero se rechazó la idea de que el liderazgo palestino fuera una decisión ajena a los propios palestinos. El máximo representante de la Política Exterior de la UE, Javier Solana, celebró el discurso de Bush como un signo del 'renovado compromiso' de Washington en solucionar el conflicto en Oriente Próximo. No obstante, rechazó la idea de sustituir a Arafat por entender que ésa es competencia de los palestinos. De similar manera se pronunció el ministro español de Exteriores, Josep Piqué, quien dijo que 'el presidente lo liga [la creación de un Estado palestino] con un liderazgo nuevo y distinto, pero eso es algo que corresponde a los propios palestinos, que es importante que sepan que para una solución definitiva al conflicto el futuro Estado palestino debe tener todas las características de un Estado democrático'.
El ministro francés de Exteriores, Dominique Galouzeau, también se pronunció en términos parecidos y Reino Unido lanzó el mismo mensaje. El Ministerio de Exteriores chino también ratificó a Arafat como el líder elegido por el pueblo palestino 'y reconocido por la comunidad internacional'.
En Egipto, el presidente Hosni Mubarak afirmó que no encontraba en el discurso de Bush referencia alguna a la sustitución de Arafat y consideró su propuesta bastante 'equilibrada', aunque con necesidad de aclaraciones.