Los que están dentro desconfían
El tópico es que los bolsistas de siempre son los que mejor intuyen los cambios de tendencia del mercado, quizá porque ellos mismos los provocan. Hay en esta creencia, no obstante, mucho de mágico, es decir, de irreal. Los bolsistas no tienen la bola de cristal. En su descargo, eso sí, hay que destacar que poseen un sexto sentido, una sensibilidad especial, que no tienen quienes actúan o miran la Bolsa desde lejos.
¿Qué consideran los bolsistas más famosos del mercado? Que las cosas no están para lanzar cohetes. Recomiendan, es más, aprovechar los rebotes esporádicos y festivaleros al alza, como el del lunes, para deshacer posiciones, sin reparos.
Esta clase singular de profesionales de la Bolsa cuenta en los corrillos que la crisis actual de los mercados de acciones emana de una sobrevaloración de los precios, principalmente el de las acciones estadounidenses, a la que se une el aumento continuado de la desconfianza en el sistema tras el estallido del caso Enron y las secuelas, que aún continúan, en otros estamentos como las consultoras y los bancos de inversión.
Además de los bolsistas, como los viejos roqueros, en el mercado cohabitan multitud de gestores de inversiones, de fondos o de patrimonios. La pregunta es la misma: ¿cuál es el sentimiento de los gestores? La respuesta es muy sencilla. En Estados Unidos, que es la gran referencia a seguir, se ha compulsado que los gestores venden cuatro acciones por cada una que compran en los últimos 30 días. La balanza se inclina, sin ambages, hacia el lado vendedor.
Unos y otros son considerados como los guardianes de las Bolsa. Unos y otros desconfían y, lo que es más importante, ponen tierra por medio a través de las ventas continuadas de acciones. Por eso, los rebotes técnicos al alza son poco consistentes y con volumen escaso.