Recuperación con cautelas
Los datos de la balanza comercial de abril, avanzados ayer por el secretario de Estado de Comercio en el Congreso de los Diputados, parecen apuntar un cambio de tendencia en la evolución del sector exterior de la economía española, apoyado tanto en la recuperación de las exportaciones como en el mantenimiento de la corrección del desequilibrio comercial, que mejora significativamente por cuarto mes consecutivo.
Ambos son inequívocamente positivos. Pero de la misma forma que hubiera sido irreflexivo y alarmista hacer catastrofismo tras la fuerte caída de casi ocho puntos de la exportación en marzo -mes influido negativamente este año por la Semana Santa-, tampoco conviene caer ahora en triunfalismos. Primero, porque el dato de abril está afectado por la misma estacionalidad pero en sentido positivo, al recuperar los días perdidos por festivos en el mismo mes del año pasado; y en segundo lugar, porque el acumulado de marzo y abril arroja todavía una ligera caída interanual en términos nominales de las ventas exteriores, inferior a medio punto, a pesar de la subida de los precios de la exportación. Justo es reconocer que en el escenario internacional aparecen síntomas que alientan una reactivación de los flujos comerciales. En primer lugar, la recuperación de las exportaciones a EE UU, en consonancia con la ligera mejoría que apuntan los indicadores.
En segundo lugar, la vuelta a crecimientos positivos de las ventas españolas a los mercados de la UE, tras dos meses consecutivos de caídas, y en especial las subidas en Francia y Alemania, los dos primeros clientes de España que, en conjunto, aportan más del 30% de los ingresos españoles por exportación. Y en menor medida, el aumento de la cuota de mercado en los destinos no tradicionales de Europa del Este, Rusia y China. La comparación a partir de junio con los datos más negativos de la segunda mitad de 2001 es otro factor adicional que contribuirá a mejorar estadísticamente los resultados del comercio exterior español.
Persisten junto a ello, sin embargo, factores preocupantes que invitan a ser cautos y cuya corrección se hace necesaria. Así, el deterioro en la exportación y las importaciones de bienes de equipo y automóvil evidencia todavía la fragilidad del crecimiento tanto de la economía española, en general, como del sector exterior, en particular, sostenido únicamente por la demanda de consumo. Al mismo tiempo, y aunque afortunadamente el precio parece perder importancia en la competitividad exterior de la economía, no es menos cierto que las tensiones inflacionistas actuales repercuten en un aumento de los costes que, a la larga, se convierten en obstáculo a la penetración comercial de las empresas españolas.
En este contexto, y con la vista puesta también en el precio del petróleo, parece lógico esperar a la evolución de mayo y junio, al menos antes de dar carta de conformidad a la recuperación ahora apuntada.