El reto del Plan eEurope 2005
La Cumbre de Sevilla, además de cerrar el semestre de la presidencia española de la UE, dará la luz verde al Plan eEurope 2005, una versión actualizada y más ambiciosa del eEurope 2002 que se aprobó en Lisboa para transformar Europa en la economía más competitiva y dinámica del mundo, basada en la sociedad de la información y el pleno empleo. Eso sucedía en marzo de 2000, en pleno boom de Internet.
El Consejo Europeo de Lisboa estuvo dominado por la conectividad, por el deseo de que todos los europeos accedieran a Internet y participaran de la sociedad de la información. El balance es positivo, aunque con su cara y su cruz. En dos años se ha duplicado el número de internautas y el 47,9% de la población accede ya a la Red. La cruz es que la sociedad de la información avanza con velocidades diferentes y se producen diferencias entre países, pues frente a un 70,3% en Dinamarca, en España la población conectada es el 36,8%, y sólo Italia, Portugal y Grecia están por detrás.
Tan importante es que crezca el número de usuarios como que las conexiones a la Red permitan aprovechar todos los recursos que circulan y circularán por ella. Si queremos pasar de la sociedad de la información al estadio superior de la sociedad del conocimiento, es necesario acceder a nuevos servicios avanzados y potenciar la interactividad, y para ello hay que conjugar cantidad y calidad de acceso. Esta última tiene hoy un nombre: banda ancha. Esta es la infraestructura física que hace de Internet una herramienta más rápida y eficaz, pero hoy sólo dispone de ella el 10% de los más de 500 millones de internautas que hay en el mundo.
Del Plan eEurope 2005 se espera que dé prioridad a la disponibilidad y el uso generalizados de redes de banda ancha en toda la UE, además de garantizar su seguridad y cubrir objetivos como impulsar la Administración electrónica (la eAdministración se está desarrollando bien) y el comercio electrónico ( que sigue siendo la oveja negra).
Las telecomunicaciones tienen un papel prioritario para alcanzar esas metas. La liberalización de ese sector ya ha contribuido a multiplicar el número de internautas y ahora le toca multiplicar los accesos con gran capacidad de transmisión de datos, utilizando cualquiera de las tecnologías que ofrece el amplio catálogo para la banda ancha residencial: líneas DSL, módem-cable, satélite, vía radio (LMDS), red eléctrica (PLC), telefonía móvil de nueva generación, etcétera.
Con la liberalización de las telecomunicaciones y con la apuesta de Telefónica por una de las líneas DSL (la asimétrica ADSL), junto con el empujón dado por la competencia del operador dominante, España ha podido subirse al tren de la alta velocidad. Durante 2001 fue el país europeo en que más creció el número de accesos de banda ancha y hoy son un millón, sumando más de 600.000 líneas ADSL y cerca de 400.000 usuarios alternativos, principalmente en cable-módem, pero todavía estamos muy lejos de lo que sería el objetivo deseado, que la mitad de los usuarios actuales de Internet, que son los verdaderamente activos en la Red, dispusieran de la banda ancha para sus accesos.
El Plan eEurope 2005, que ya recibió el respaldo político en la reunión del Consejo Europeo de Barcelona, no contempla ayudas de Bruselas para los países que deben implantarlo, una circunstancia que nos va a permitir conocer la sinceridad de la apuesta de cada gobierno por la sociedad de la información, pues todos tendrán que destinar dinero de sus Presupuestos si quieren promocionar la banda ancha y acceder a una economía más competitiva.
En España se ha logrado rebajar el precio de conexión a Internet, debido al aumento de la competencia, pero apuntarse a la banda ancha continúa siendo caro y no tiene aliciente para muchos usuarios que ni conocen ni comprenden bien los servicios de valor añadido que ofrece la Red. Son las rémoras que hay que desterrar con esfuerzo y con dinero. Es al Gobierno al que le corresponde tomar medidas como las siguientes: hacer posible que se rebaje el precio de acceso a la banda ancha, hacerla segura, impulsar nuevos servicios en la Red y darlos a conocer a los ciudadanos. Si falla en esa tarea, Sevilla servirá de poco y seguiremos en el furgón de cola de la sociedad de la información.