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Crónica de Manhattan

Rusia, un paso político al frente

Cuando George W. Bush aún era candidato a la presidencia de los EE UU, una entrevista en la que el periodista quiso dejar en evidencia el poco conocimiento del futuro presidente sobre los asuntos de fuera de las fronteras dio la vuelta al mundo. El periodista preguntaba a Bush por el nombre de la capital de alguna ex república soviética, entre otras cuestiones, y Bush tuvo que admitir que no sabía las respuestas.

Desde entonces, forzado en parte por unas circunstancias con las que no contaba, Bush, que estrenó pasaporte ya como inquilino de la Casa Blanca, ha aprendido mucho. Entre otras cosas a valorar a Rusia y lo muy importante que es la estabilización de este país y la normalización de sus relaciones. Una vez abiertas las puertas de la OTAN, EE UU dio la semana pasada otro paso de carácter económico pero con una motivación política: reconocer a Rusia el estatus de economía de mercado. Bush paga así el apoyo en la guerra contra el terrorismo y se acerca a quien puede tener el papel de mediador en la crisis entre India y Pakistán. El presidente ruso, Vladimir Putin, admitía que en esta declaración ha tenido mucho que ver la voluntad de Bush.

Rusia está pendiente de las conclusiones de un comité de derechos humanos para estar a pocos pasos de la OMC, por lo que respecta a EE UU, y de momento ya tiene que jugar de acuerdo a las reglas del mercado global en lo que afecta al dumping y los subsidios.

EE UU se ha adelantado a la UE, que a fines de mayo declaraba que abría el procedimiento para proceder a este mismo reconocimiento. En Bruselas no tienen tanta prisa porque prefieren verificar que se produce una liberalización real de la energía que imponga precios de mercado en este sector clave para la industria.

Las cautelas europeas son envidiadas por los demócratas y ciertos sectores empresariales. Y es que los opositores a Bush consideran que Rusia está lejos de tener mecanismos de mercado en todos los sectores. Los demócratas coinciden con el secretario de Estado de Comercio, Donald Evans, que cree que la decisión 'refleja el extraordinario esfuerzo que Rusia ha hecho en los últimos 10 años', pero consideran que el esfuerzo no ha llegado a tanto y quieren una legislación ad hoc para establecer límites a esta declaración.

En esto no les faltará el apoyo de empresas siderúrgicas, eléctricas y fabricantes de fertilizantes, entre otras, las cuales se ven directamente afectadas por la competencia que les puede llegar desde el Estado ex comunista. Durante los meses que ha durado la tramitación de esta declaración, empresas como US Steel o El Paso Corp, se han quejado del control de la energía, la regulación del mercado laboral, el escaso desarrollo del sistema judicial, bancario y fiscal. Estas compañías temen que denunciar a Rusia ahora por prácticas contra la competencia sea más difícil porque la información oficial es ahora la que cuenta y con los recelos con los que contemplan el sistema temen que se gane en imparcialidad. Lo que ya no dicen en voz alta es que al poder ahora Rusia denunciar también a EE UU, las siderúrgicas (tras la imposición de aranceles a las importaciones), y las subsidiadas empresas agrícolas están en una posición doblemente incomoda. Las eléctricas, en un momento más que comprometido por las pruebas que se llevan contra ellas por sus dudosa gestión, tampoco están para dar lecciones de buenos usos comerciales.

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