_
_
_
_
Con voz propia
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Del oficio al talento

Que levante la mano toda Caperucita Roja con más de 150.000 euros de patrimonio en su cestita que no haya sido abordada por su Lobo Feroz para proponerle un servicio de banca personalizada. Sin embargo, Caperucita Roja muestra claros síntomas de estar harta de jugar al escondite, del gato por liebre, y el Lobo Feroz sabe que a su modelo de negocio le quedan cada vez menos argumentos para engatusarla.

El despegue de la banca personal, parte de dos constataciones: por un lado, el Lobo Feroz ya no puede generar argumentos significativos 'para comerse mejor' a los clientes de las sucursales con mayor patrimonio, ni con supercuentas, ni con libretones, ni con súperhipotecas, ni con vajillas completas... ni con nuevos canales. Por otro, hay menos caperucitas en el bosque de lo que se presumía, y no muestran mucho entusiasmo con los argumentos 'más de lo mismo' del lobo disfrazado de abuelita. En efecto, la banca tradicional ha basado su éxito en el poder del oferente, en disponer de profesionales obedientes (dispensadores de productos y ejecutores de operaciones), cumpliendo las reglas y usando la tecnología como un elemento de productividad y de control. Los síntomas de agotamiento del modelo están promoviendo el desarrollo de la banca personal. Evidentemente este cambio plantea a los bancos un desafío cultural y organizativo: el reto de hacer evolucionar su cultura de oficio hacia una cultura de talento. La banca personal gira en torno al poder del cliente, se nutre de profesionales con conocimientos de producto pero también, y sobre todo, de mercado, de economía y de fiscalidad, operando en un ámbito de libertad y apoyándose en tecnología liberadora para conseguir sus objetivos.

La cultura que subyace es la de talento corporativo interdependiente, basado en la cooperación más que en la proactividad y medible por la competencia del profesional en el desempeño del rol que le corresponda en su equipo. Conciliar la estrategia de marketing de cliente con la de recursos humanos conlleva una evolución de las actitudes de los directivos de la red y de recursos humanos. Tampoco sobraría que el actual equilibrio del marketing, bastante sesgado hacia un marketing de mercado -masivo y de cuota de mercado por producto- se decantase más hacia un marketing de cliente -selectivo y de cuota de mercado por cliente-. Así Caperucita seguirá visitando a la abuelita... y llevándole miel.

Archivado En

_
_