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Tribuna
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Huelga, no; negociación, sí

Como empresario, y dirigente empresarial, debo hacerme, entre otras preguntas, dos fundamentales en relación con la huelga general convocada por los sindicatos UGT y Comisiones Obreras para el próximo 20 de junio: esta huelga ¿es necesaria? y ¿a quién beneficia?

En respuesta a la primera pregunta, creo sinceramente que la huelga general no es necesaria. Una huelga general exige, a mi juicio, motivos más graves que el de la reforma del desempleo proyectada por el Gobierno. Regular la situación de los parados, fomentar la reincorporación al trabajo de los que están inactivos a su pesar, es algo conveniente, y en línea con lo que demandan las directrices de la Unión Europea.

Otra cosa es que se haya acertado con el texto del decreto-ley del Gobierno, que se puede y debe mejorar en su tramitación en el Parlamento como proyecto de ley.

Pero paralizar al país en una fecha clave, con los representantes europeos en Sevilla, parece, en principio, demasiado fuerte y dañino para la imagen de España. Que hay un trasfondo político en esta convocatoria es indudable, pero hay que pensar en las consecuencias para los intereses generales de todos los ciudadanos.

En cuanto a la segunda pregunta, creo que no beneficia a nadie. Si la huelga fracasa, el Gobierno seguirá con el amargor del desafío de los sindicatos. Si triunfa, dudo que el Gobierno vaya a abdicar en su legítimo derecho de proponer una nueva regulación del sistema de desempleo. Y, por supuesto, no beneficia al conjunto del país, que va a sufrir molestias, enfrentamientos de trabajadores que quieran ejercer su derecho al trabajo, tan respetable como el derecho de huelga, actuación de los llamados piquetes informativos que, como demuestra la experiencia, no se van a limitar a informar...

Estamos en unos momentos delicados en nuestro crecimiento económico. El avance experimentado en los últimos años, con la creación de riqueza y empleo, el aumento en el PIB y la lucha contra la inflación, puede ponerse en peligro si renunciamos al diálogo y la negociación y lo sustituimos por el enfrentamiento.

Como presidente de los empresarios madrileños, debo expresar mi orgullo y satisfacción porque nuestra comunidad se haya situado a la cabeza de las demás regiones en convergencia con Europa, en creación de puestos de trabajo y en la lucha contra el desempleo, al tiempo que aumentaba nuestro nivel de vida.

Ello ha sido posible gracias al espíritu de diálogo y negociación entre la Administración regional, los empresarios y los interlocutores sociales. Me preocupa que esta línea de crecimiento pueda quebrarse si el diálogo da paso a la confrontación.

No sé si estamos a tiempo, pero me gustaría que Gobierno y sindicatos, especialmente estos últimos, renunciaran a posturas maximalistas y se sentaran para llegar a acuerdos. Por supuesto, respeto el derecho de los trabajadores a declararse en huelga, como debe respetarse el derecho de los que el día 20 de junio quieran trabajar, libremente, sin coacciones ni violencias.

CEIM y la Cámara de Comercio de Madrid pedimos que ese día los trabajadores opten por la decisión que estimen más conveniente. Los que quieran trabajar, que vean garantizado su acceso a los centros, con un funcionamiento eficaz de los servicios mínimos.

Que los empresarios, especialmente los que realizan su labor cara al público, no corran riesgo para ellos y sus instalaciones. Y vamos a ayudarles a que puedan ejercer su labor fundamental como empresarios, que es la de tener abiertos sus establecimientos, procurando que, en el caso de que sufran perjuicios materiales, puedan ser justamente recompensados, exigiendo las responsabilidades derivadas de la situación.

Esperemos que esta huelga no perjudique la marcha ascendente en lo económico y social que el país necesita y merece.

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