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Futuro
Columna
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Las modas

Los beneficios empresariales están de moda. Antonio Morales ve motivos para el optimismo, lo que puede traer como consecuencia un nuevo modelo de estilo de inversión

Durante el último trimestre del año pasado, la principal preocupación de los inversores la encontrábamos en los actos terroristas, algo absolutamente lógico por otra parte. Pasamos después al temor a una recesión mundial, a los datos sobre la evolución económica mundial y a la atención sobre las políticas monetarias de las distintas potencias económicas mundiales.

Ahora la moda son los beneficios empresariales. Es difícil encontrar un artículo de carácter económico que no hable de la evolución de los beneficios empresariales. Y lo cierto es que casi todos ellos invitan al optimismo, un sentimiento, un rasgo del carácter de las personas que parecíamos estar perdiendo, una forma de ver las cosas que nos hace especialmente falta después de tantos meses de dureza. Es cierto que en un momento determinado de un ciclo una política de interés laxa puede suponer un revulsivo para las acciones, pero lo cierto es que los mercados bursátiles para avanzar necesitan crecimiento económico, no sólo bajos tipos de interés.

Ya hemos asistido a la peor caída global de los beneficios en más de 30 años. En Estados Unidos, por ejemplo, el primer trimestre fue el quinto trimestre consecutivo de caída de los beneficios, y desde 1952 no se han registrado seis trimestres consecutivos de retrocesos. A ello han contribuido distintos factores, pero quizá el más importante pueda ser el pobre comportamiento de la demanda interna. A pesar de que el repunte de la economía americana en el primer trimestre fue un hecho, también lo es que éste se produjo más por el lado de los inventarios, y esto no es bueno.

Sin embargo, sí hay motivos para el optimismo. Estas presiones sobre los beneficios provocarán una intensificación de los recortes de costes.

Pero no solamente estamos asistiendo al punto de inflexión en cuanto a los cambios en las estimaciones, también al de la amplitud de los mismos. Como dato curioso, señalaremos que en el primer trimestre de 2000, el 80% de las empresas registraron incrementos interanuales de sus beneficios, y desde allí comenzaron a deteriorarse hasta llegar al último trimestre de 2001, donde ya solamente el 40% de las compañías pudo hacer que sus beneficios crecieran.

En Europa, también desde este punto de vista, las cosas parecen estar más claras, y de hecho, los resultados publicados del primer trimestre han sido alentadores, y desde hacía dos años no se producían más sorpresas positivas que negativas.

Con el optimismo que toda esta realidad puede generar, podemos estar asistiendo ya a un cambio en la mentalidad de los inversores, y este cambio puede traer como consecuencia un nuevo modelo de estilo de inversión.

La inversión colectiva nos ofrece oportunidades para poder aprovecharnos de este cambio de tendencia y de forma de invertir, aunque es posible que al inversor de a pie pueda escapársele la oportunidad, ya que en este primer paso el cambio quizá sea algo técnico. Y quizá le vengan grandes los conceptos de valor y crecimiento a la hora de elegir las mejores inversiones. Si queremos aprovecharnos de este cambio, el papel que van a jugar los expertos va a ser fundamental. Así que ya va siendo hora de sentarnos con nuestro asesor, y de plantearnos echar un vistazo a nuestras inversiones. Quizá esté llegando el momento de cambiar. Ánimo.

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