Incertidumbres de la industria auxiliar del automóvil
Internacionalización o deslocalización. Este es el gran debate en el que se encuentra inmersa la industria auxiliar del automóvil de origen español, debate que ya se han planteado algunas de las empresas del sector filiales de grupos internacionales, lamentablemente con resultados negativos para su continuidad a medio plazo en nuestro país y cuya consecuencia, si no se toman las medidas necesarias, sería una nueva preocupación para la economía española, en el ya de por sí menguado panorama industrial español.
Y es que no es para menos, ya que en cifras macroeconómicas el sector auxiliar del automóvil supone una aportación al PIB español cercano al 4%, con un nivel de empleo en torno a 250.000 trabajadores y un volumen de facturación que superó 24.000 millones de euros en el año 2001, de los cuales cerca del 50% fueron al mercado exterior.
Un sector que se configura en los años sesenta, que consolida su capacidad en los ochenta, pero que es a lo largo de la década de los noventa cuando se produce su imparable crecimiento e implantación en terceros países, derivada fundamentalmente de la necesidad de acompañar la creación de nuevas plantas y modelos de producción de las multinacionales del automóvil.
Pero con el nacimiento del nuevo siglo empieza a configurarse un escenario nada optimista para las empresas del sector, no excesivamente capitalizadas y muy comprometidas por las fuertes inversiones a las que se han visto forzadas ante las cada vez mas exigentes externalizaciones de las multinacionales y una cada vez mayor y más globalizada competencia.
Encontrar la solución a la ecuación competitividad vía productividad, con estructuras de costes tan rígidas como las de los países desarrollados, es una tarea nada fácil cuando la movilidad derivada de la globalización permite a muchos países ofrecer a las empresas costes inferiores, sobre todo en mano de obra, entre el 30% y el 40% de los existentes en España.
Dejando claro que no se pueden poner puertas al campo, es decir, limitar la competitividad en un mercado tan globalizado como es el automovilístico, sí es posible que la reducción de las actividades de las empresas de origen extranjero ubicadas en España, como Lear, Valeo, Delphi, etc., y su reubicación en terceros países para 'recuperar' competitividad terminen induciendo a las empresas españolas a seguir el mismo camino bajo la formula de la deslocalización.
Este proceso, que no se puede frenar, puede controlarse y reconducirse razonablemente si el Gobierno abandona su autismo y diseña, conjuntamente con las empresas entes locales y sindicatos, un plan de medidas urgentes, que permitan a las empresas del sector recuperar su competitividad, evaluando aquellos factores que tienden a reducir su productividad como son entre otros los costes laborales, equipamiento, energía, comunicaciones, formación de personal, investigación y desarrollo, logísticas de producción y suministros; para que los mismos puedan ser minimizados o absorbidos sobre la base de una serie de medidas, actuaciones y ayudas de las diferentes Administraciones nacionales y de la UE, como del esfuerzo propio de los empresarios y de los trabajadores.
Así, ayudas específicas para la automatización de las plantas de producción; aumentos sustanciales en los recursos disponibles para I+D; incremento de los recursos para la formación de personal; convenios para la reducción en los costos energéticos y de comunicaciones; apoyo para la creación de estructuras logísticas especializadas; fondos de garantías y financiación riesgo contractual, para cubrir tanto sus inversiones en el exterior como sus contratos a medio y largo plazo; deducciones fiscales y apoyos específicos para la concentración empresarial etc. podrían evitar la tan temida recesión de las empresas del sector.