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Futuro
Columna
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La divisa europea cambia de tendencia

El euro ha roto una importante barrera psicológica, pero su potencial alcista sigue siendo limitado. Para Antonio Morales una posible estabilización de tipos podría considerarse un motivo más de optimismo

Olvidándonos de cuestiones que ya se nos antojan históricas sobre los motivos que provocaron la debilidad del euro desde su nacimiento, como por ejemplo la conveniencia o no de su puesta en marcha en un momento dado, la ampliación de la Unión Europea con países del Este de Europa, etc., lo cierto es que desde hace unas semanas la divisa europea parece estar cambiando su tendencia.

Desde el lanzamiento de la divisa europea, en enero del año 2000, el máximo anual en su cotización frente a la divisa estadounidense se había alcanzado en la primera semana del año. Sin embargo, en esta ocasión, y a pesar de que hasta hace una semana parecía que seguiría sí, las cosas han cambiado.

A pesar de que la debilidad de la divisa americana ya había comenzado, y de forma brusca con algunas monedas como el dólar australiano o el neozelandés, éstas parecen haberse estancado y, sin embargo, con las que la depreciación se había producido más lentamente la tendencia parece continuar.

De esta ligera depreciación, de forma más gradual, pero constante, se han visto más influenciadas divisas que podríamos considerar más relevantes en el panorama cambiario internacional, como el euro, la libra esterlina, el franco suizo o el yen japonés. Sin embargo, las autoridades de estas dos últimas economías, están intentando evitar una brusca apreciación de su divisa frente al dólar estadounidense.

En cualquier caso, el debate sobre la sobrevaloración del dólar americano sigue centrando el mercado de divisas y, desde nuestro punto de vista, este panorama no variará en el corto plazo.

Es cierto que el euro ha roto una importante barrera psicológica, y que esto puede incluso dar más confianza a la divisa europea, pero, en cualquier caso, según nuestra opinión, su potencial alcista continua siendo limitado, y nuestro objetivo sigue manteniéndose en un cambio de 0,95 dólares.

A esta recuperación contribuirá en gran medida el Banco Central Europeo, con su política monetaria, que ya ha sufrido el primer cambio en el sesgo de los comentarios que realizó su presidente, Wim Duisenberg, hace un par de semanas.

La inflación continúa mostrándose como el mayor riesgo para la economía europea; la liquidez, medida a través de la M3, ha venido creciendo de forma consistente durante los últimos meses; la subida del precio del crudo y de los precios de los servicios tampoco parecen favorecer un entorno de baja inflación.

Sin embargo, cabe la posibilidad de que contemplemos una ligera ralentización de crecimiento de la masa monetaria, y si esta posibilidad se produce, y además el precio del dólar se estabiliza en niveles razonables, el Banco Central Europeo esperará antes de endurecer su política monetaria, y no veremos subidas de tipos de interés hasta después del verano.

Si esto es así, la posibilidad de estabilidad en los tipos de interés podría considerarse como un motivo más de optimismo.

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