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Tribuna
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Bloque contra 'cracks'

La Final de la Champions League que se disputa esta noche entre el Real Madrid y el Bayer Leverkusen enfrenta a dos conjuntos muy distintos en su concepción. El primero, avalado por una historia sin igual, es un compendio de figuras internacionales que poseen todas las cualidades innatas para este deporte. El segundo, sin ningún título en su haber, representa la unión de buenos futbolistas en un equipo en el que el grupo lo es todo.

Ambos conjuntos comparten, sin embargo, un estilo de juego similar en el que el fútbol ofensivo es clave. No obstante, a la hora de desarrollar sus respectivas estrategias en el terreno de juego cada uno lo hace por un camino distinto. Si el Real Madrid concede gran importancia a la inspiración de sus figuras, el Bayer Leverkusen confía en el esfuerzo y en la dedicación de todos los jugadores, no entiende de individualidades y sí de bloque.

En el mundo de la empresa también existen cracks, profesionales con gran capacidad para desarrollar una labor, y también hay jugadores de equipo, empleados dispuestos a colaborar con los demás para lograr los mejores resultados. Aunque no es fácil conseguirlo, lo ideal es alcanzar el equilibrio entre unos y otros.

Las empresas, a través de los departamentos de recursos humanos, tratan hoy en día de identificar a los mejores profesionales, personas de alto potencial pero, al mismo tiempo, con capacidad de sacrificio y trabajo en equipo.

El partido de hoy plantea, a priori, una batalla entre imaginación y organización, racionalidad frente a improvisación. Propio de unos y otros, el equipo alemán hace gala de su capacidad de planificación y sacrificio en pos del objetivo común. El español confía en sus cualidades y en la genialidad de alguna de sus figuras.

Según los expertos, el Real Madrid tiene mejores cartas, pero el Bayer Leverkusen posee un grupo de jugadores completamente entregados y capaces de multiplicarse, lo que hace complicado dar un pronóstico.

Comparten unos y otros trayectorias paralelas en la presente temporada. Ambos han optado hasta el final por sus respectivos títulos de liga (el Bayer Leverkunsen lo perdió en el último partido, tras muchas jornadas como líder) y, también los dos, disputaron y perdieron las competiciones de copa en sus países. Les queda, por tanto, la Champions League para resarcirse y conseguir un título este año. La voracidad de gloria está asegurada en ambos casos.

En el caso del Real Madrid la necesidad es más acuciante si no quiere dejar en blanco su palmarés en la temporada de su Centenario. El Bayer Leverkusen no tiene esta presión añadida, pero sí sabe que es un equipo mucho más modesto y que no tendrá en la historia muchas oportunidades como ésta para llegar a lo más alto del fútbol europeo.

En este sentido, hay un factor que puede ser determinante en los acontecimientos: la experiencia. æpermil;sta podría ser un factor clave desde dos puntos de vista: la contrastada historia del club madridista en competiciones europeas y en partidos de este nivel, por un lado, y la experiencia de los jugadores blancos, acostumbrados a partidos de alta tensión, finales, mundiales, etc., por otro.

Aun así el pronóstico no es sencillo. A lo largo de la historia de esta competición hay muchos antecedentes en los que los favoritos no consiguieron la victoria y salieron derrotados de la final.

La clave para la victoria del Real Madrid es convertirse en un equipo sólido y compacto, capaz, como en muchas empresas, de realizar el trabajo en equipo. Los seguidores del equipo blanco confían en la habilidad de los cracks pero también en la capacidad del equipo como tal para jugar el último partido de la temporada, al límite de sus fuerzas, formando el más compacto de los bloques.

La afición desea ver un Madrid dedicado, los 90 minutos, a buscar la victoria, derrochando colaboración y solidaridad y evitando egoísmos que sólo pueden conducir al equipo a la derrota.

Esperemos que el Madrid del Centenario no defraude a su afición y culmine una temporada en la que los títulos se le han ido de la mano en el último envite. Pero, nunca es tarde si la dicha es buena; celebrar el Centenario con la novena Copa de Europa es el mejor resultado que podríamos soñar.

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