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Columna
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El dominio.es

Los dominios son los nombres de los usuarios registrados en Internet y la dirección para localizar los contenidos que alberga el maremágnum de la red de redes. Su número se duplicó en 1999 en todo el mundo, y se triplicó en 2000, pero 2001 se cerró con poco más de 30 millones, tras disminuir los registros en sus últimos meses. La reducción del número de dominios se ha presentado, ingenuamente, como una prueba del estancamiento de los negocios en Internet, cuando el que se ponga coto a su crecimiento desmesurado es un síntoma más positivo que recesivo, que nos dice que se están depurando las tripas de la Red.

Los dominios crecen poco porque su registro masivo ha dejado de ser negocio desde que las empresas están ganando la mayoría de las demandas de arbitraje ante la OMPI (Organización Mundial de la Propiedad Intelectual), y ya no necesitan mantener 50 o 100 dominios relacionados con su nombre, marca comercial o actividad, para sentirse seguras.

El registro de dominios fue en Internet un negocio pionero que generó dinero fácil. Por el dominio business.com se pagaron 7,5 millones de dólares a finales de 1999, pero nunca se ha sabido lo que pudieron pagar Telefónica o Repsol por recuperar sus nombres. Registrar miles de nombres para venderlos era un negocio saneado y con poco riesgo, pero ahora los ciberokupas saben que tienen que cambiar de oficio o refugiarse en países como Tonga (info.to), sin normas ni base de datos legal.

El dominio estrella continúa siendo el .com, con más de 22 millones de registros, seguido a mucha distancia del .net y el .org. El .biz ha funcionado mal y en los últimos tiempos se están potenciando los códigos de país y geográficos. El Parlamento Europeo aprobó en febrero pasado el reglamento para la creación del dominio de primer nivel .eu, y ese mismo mes el Consejo de Ministros español aprobó el estatuto de la Entidad Pública Empresarial Red.es, encargada, entre otras funciones, de gestionar e impulsar los dominios .es.

A esa entidad pública le toca arremangarse por el español y el .es en el ciberespacio. Internet es sobre todo un mundo de habla inglesa, pero hay más representación del japonés, chino y alemán, por este orden, que del español, que aspira a ser en el siglo XXI la segunda lengua de comunicación en el mundo. Las páginas web en castellano representan tan sólo el 5,6% de las que existen en la Red, una presencia inferior a la del porcentaje de personas que tienen ese idioma como lengua materna.

Pero su reto más directo es la situación actual del .es, que casi no existe en Internet. En España hay registrados unos 40.000 dominios con esa terminación, lo que supone que sólo hay uno por cada mil habitantes y que lo tienen el 15% de las empresas españolas presentes en la Red. Una cifra raquítica en el contexto europeo, donde hasta Portugal tiene por cada millar de habitantes 2,5 dominios .pt.

Conseguir el dominio de código país .es resulta mucho más complicado y caro que hacerse con un genérico, como .com o .net, además de estar todavía vedado para las personas físicas.

Para prestar servicios de la sociedad de la información no era necesario inscribirse en ningún registro, pero ahora lo tienen que hacer todos aquellos que hacen negocios en ella, incluyendo sus dominios habituales. Un proceso lento, pues no hay procedimientos telemáticos y para registrarse hay que acudir personalmente, y además costoso, pues cada consulta online al Registro Mercantil son seis euros, aunque debería ser gratuita, y optar por un dominio .es sale mucho más caro que hacerlo por un .com.

Para potenciar el .es se necesita que sus tarifas de registro sean competitivas y se amplíe, como está previsto, a las personas físicas y a los profesionales. Además, sería conveniente abrir la oferta de nombres, eliminando restricciones para registrar toponímicos y términos genéricos; lograr la asignación de nombres en tiempo real; promover un buscador de dominios .es, y ser más flexibles en la transmisibilidad, permitiendo que se puedan comprar y vender, pues sólo las sucesiones estarían amparadas con ese derecho de propiedad.

El borrador del real decreto que regula el Plan Nacional de Dominios en Internet y reordena el código de país .es ha estado un mes en la web del Ministerio de Ciencia y Tecnología, en proceso de consulta pública. Una buena medida, que tiene el precedente inmediato de la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información (LSSI), pero esperemos que no siga su ritmo, con una tramitación de paso de tortuga (la semana pasada se logró por fin que fuese aprobada en el Congreso y ha pasado al Senado), y que se libere del exceso de espíritu administrativista que embargó a la LSSI.

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