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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

TV digital y competencia

El acuerdo alcanzado el miércoles entre Telefónica y Prisa para unir sus plataformas de televisión por satélite pone fin a una guerra digital, nacida de la injerencia política, que se ha traducido en una competencia ruinosa, en ineficiencia empresarial y en el descubrimiento de que el gran negocio vaticinado era en parte un maná ilusorio. El Gobierno del PP partió de la base de que la digital era una plataforma de influencia política y por eso quería el control, pero la realidad ha demostrado que la televisión de pago es, sobre todo, una oferta de ocio sin interferencias publicitarias.

Las reacciones políticas de ayer, con la excepción de la solitaria y enconada del ministro Francisco Álvarez-Cascos, un partisano atizador de la aludida guerra y pionero en la defensa de la plataforma única, desvelan también cuánto de artificio ha existido en estos seis años de confrontación y desencuentro. El acuerdo se ha impuesto porque el mercado obliga con su ley. En España acaba de fracasar la tercera alternativa que aspiraba a representar Quiero TV, en Alemania ha entrado en quiebra la filial de pago del Grupo Kirch y en parecida situación se encuentra la británica ITV. En Italia las autoridades de competencia analizan el proyecto de fusión de las dos plataformas de pago y en Polonia las dos rivales se han fusionado.

La crisis europea de la televisión de pago viene provocada por los precios excesivos de los derechos del fútbol y de otros contenidos. Pero también, porque la afluencia de usuarios ha sido mucho menor de lo esperado. Sogecable y Vía Digital aspiran a rentabilizar un mercado conjunto de 2,5 millones de abonados.

El pacto de fusión tardará en concretarse meses, a la espera de lo que dictaminen las autoridades de la competencia. En este caso, por la presencia en el accionariado de Canal + Francia, lo más probable es que la instancia competente sea Bruselas. Y no parece que el Gobierno, como pasó en la fusión de Pryca y Continente, vaya a reclamar a la Comisión Europea la facultad de dirimir el asunto. Sea cual sea la instancia reguladora, la decisión de integración no obedece al afán de monopolio, sino a la falta de rentabilidad. Las fuertes pérdidas han obligado ya a la liquidación de Quiero TV y propiciado el entendimiento entre Vía Digital y Sogecable con un acuerdo que responde a los criterios de libertad de empresa. Desde el punto de vista del consumidor, el resultado será que verá aumentada la oferta de programación y de servicios.

Pero el regulador, sin duda, pondrá condiciones a la fusión. La única que aparece como impecable es que se impida la venta a algún futuro competidor de una parte de los activos que ahora se integran, porque eso revelaría que con el acuerdo se intenta evitar una competencia potencial que los ahora socios no habrían sabido rentabilizar por separado. La otra cautela previsible será imponer precios razonables y homogéneos para quienes deseen emitir su propio canal o programación por la plataforma única de difusión.

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