Las elecciones presidenciales suponen un factor de riesgo
Habitualmente, la cercanía de un proceso electoral en cualquier país suele introducir volatilidad en los mercados financieros no sólo domésticos, sino, en ocasiones, internacionales. Y esta volatilidad está relacionada directamente con la incertidumbre de los resultados, sobre todo cuando el candidato favorito es del partido de la oposición y su programa económico pretende transformar las líneas del actual Gobierno. Si, además, este país pertenece a alguna de las áreas denominadas como emergentes y su peso en el contexto internacional es elevado, la volatilidad en los mercados financieros puede llegar a ser importante.
Brasil cumple con la casi totalidad de estos requisitos, por lo que no sorprende la atención que está centrando las próximas elecciones a más de cinco meses vista. Las diversas encuestas que se están publicando con elevada frecuencia apuntan a la victoria de Luiz Inacio Lula da Silva, candidato de la oposición, que vencería al del partido en el poder, José Serra. El discurso de Lula tiene un corte populista y podría suponer un giro en la política de estabilización practicada por Cardoso en los últimos años y que, en un contexto de ralentización económica mundial, está dando resultados razonablemente positivos.
La moderación en el discurso de Lula, junto con el deterioro reciente de la economía han favorecido que se haya situado como candidato favorito en las encuestas, con un claro efecto depreciador sobre el real brasileño.
No obstante, hay que señalar la relativa validez de las encuestas. Aún resta mucho tiempo hasta la celebración de los comicios en octubre y el 60% de los votantes están indecisos sobre el candidato al que finalmente votarán. Además, la modalidad de segunda vuelta dificulta aún más las posibilidad de inferir el vencedor. Esta incertidumbre no gusta a los mercados financieros, y menos en un país como Brasil, amenazado desde hace un año de un posible contagio de la crisis argentina.
No cabe duda de que la evolución de la economía carioca tendrá un impacto decisivo sobre el resultado final de las elecciones y, en este sentido, la presumible recuperación a lo largo de la segunda mitad podría provocar un nuevo giro en las intenciones de voto a favor de Serra.
El fuerte dinamismo de la economía de EE UU, destino de más del 80% de las exportaciones, y la presencia de México en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte permitieron mantener en los últimos años altos volúmenes de inversión extranjera y un sostenido desarrollo del sector exportador que sirvieron de soporte a la fortaleza del peso. Como consecuencia, la divisa mexicana se había convertido en una de las monedas más fuertes al apreciarse el 12,5% frente al dólar desde enero de 1999.
No sólo la pérdida de atractivo del diferencial de tipos entre ambas divisas explica la reciente depreciación del peso. En 2002, la senda alcista de la inversión extranjera y de las exportaciones debería interrumpirse debido a las débiles condiciones de la economía estadounidense y por la pérdida en la competitividad mexicana que significa la sobrevaloración de la divisa. Este movimiento a la baja del peso está acotado en magnitud debido a la ausencia de marcados desequilibrios en las cuentas externas.
El mayor riesgo reside en las presiones inflacionistas, que obligarían al banco central a subir los tipos, poniendo así un freno a la incipiente recuperación. De hecho, el mercado ya está descontando un repunte en el crecimiento de los precios.
El peso mexicano se orienta a la baja
El peso mexicano ha iniciado una tendencia a la baja tras la relajación monetaria efectuada por el instituto emisor del país el pasado 12 de abril. La caída del diferencial de tipos de interés con respecto al dólar ya ha resultado en una depreciación del 4,6% que viene a romper una sostenida senda apreciadora de la divisa.
Las divisas continúan su depreciación frente al dólar
El peso argentino y el bolívar vuelven a ser las divisas que pierden más terreno frente al dólar esta semana. La debilidad de la divisa venezolana surge de la relajación monetaria llevada a cabo por el Banco Central. Ya son cuatro las reducciones de los tipos interbancarios en las últimas tres semanas, con lo que la tasa de referencia venezolana se ubica en el 37% anual. En Argentina, la falta de apoyo político al plan económico de Duhalde trajo nerviosismo al mercado cambiario.