Los inversores castigan a Brasil ante la posible victoria electoral de Lula
Bancos de inversión y agencias calificadoras han rebajado su recomendación sobre la deuda brasileña ante el constante ascenso del líder del Partido de los Trabajadores, Luis Inacio Lula da Silva, en las encuestas para las elecciones presidenciales de octubre. El Gobierno reconoce, además, que la crisis argentina ha acabado por reducir las perspectivas de crecimiento. El real se deprecia y sube el riesgo-país.
Si hasta ahora Brasil parecía inmune a la inestabilidad política y económica que afecta a sus vecinos del sur (Argentina) y del norte (Venezuela y Colombia), las elecciones presidenciales de octubre se han convertido en el principal riesgo económico que afronta la primera economía suramericana.
Morgan Stanley, Merrill Lynch, ABN Amro y el Santander Central Hispano han recomendado en los últimos días a sus clientes reducir el peso de la deuda brasileña en sus carteras, lo que se ha trasladado de inmediato al mercado cambiario y al diferencial de riesgo de los bonos brasileños.
El riesgo-país ha superado los 900 puntos, alcanzando así niveles máximos desde octubre, y el real ha pasado en dos semanas de 2,3 a 2,43 unidades por dólar.
El motivo es doble. Por un lado, el ascenso del izquierdista Lula da Silva en las encuestas hace temer a los inversores que, de alcanzar el poder, se produzca un cambio radical en el proceso de reformas emprendido por el presidente Fernando Henrique Cardoso en 1999.
Según las últimas encuestas, Lula contaría con el 37,9% de los votos, cinco puntos más que en los anteriores sondeos, mientras que José Serra, ex ministro de Salud y candidato del presidente Cardoso, vio reducido su apoyo tres puntos, hasta el 16,1%. Ayer, un nuevo escándalo volvió a sacudir la candidatura de Serra, ante las denuncias de corrupción de uno de sus colaboradores en un proceso de privatización estatal.
Los analistas locales insisten en que Lula también lideró inicialmente las encuestas en las elecciones de 1989, 1994 y las de 1998, comicios que finalmente perdió. En esta ocasión, sin embargo, el rechazo a Lula sigue una tendencia descendente, del 42,7% al 38,8% en las últimas encuestas, lo que sus asesores consideran clave para materializar la victoria. De hecho, el temor a una desestabilización de la economía jugó en contra de Lula en las anteriores convocatorias. Cardoso exhibe los avances económicos como principal logro a favor de su candidato, pero el deterioro de la situación económica corre en contra del dirigente del Partido de la Social Democracia Brasileña.
Menor crecimiento
El Gobierno había previsto un crecimiento para este año del 4,5% inicialmente, aunque después lo rebajó al 4%. Ahora, muchos analistas ven difícil alcanzar una tasa de crecimiento de entre el 1,5%-2%. Por el contrario, las previsiones de incremento anual de los precios se han revisado al alza (del 5% al 5,5%), lo que constata la amenaza inflacionista y dificulta las rebajas de los tipos de interés, actualmente en el 18,5%.
Los analistas admiten que la rebaja de los bancos de inversión representa un duro reto para el Gobierno Cardoso. 'La situación es muy delicada, el Gobierno afronta una situación [económica] considerablemente difícil', asegura Ana Paula Rocha, del Banco Sudameris.
En sus informes, los bancos de inversión alertaron que el alza de los precios del petróleo y sus consecuencias en el mercado nacional amenazaban el crecimiento del gigante suramericano, así como el constatable contagio de la crisis argentina.
No en vano, la semana pasada, el Gobierno dio un cambio de discurso de 180 grados y reconoció que Brasil ha comenzado a sentir los efectos de la crisis argentina. El ministro de Economía, Pedro Malan, aseguró que las exportaciones hacia Argentina han pasado del 13% en 2000 al 8% en 2001 y siguen tendencia a la baja este año. Los sectores más golpeados por este descenso son el automovilístico y el agrario.
Las perspectivas de un año electoral dificultan la aprobación, por parte del Congreso, de las reformas fiscal y laboral actualmente en tramitación y favorecen los proyectos que propician un aumento del gasto público, lo que dificulta la consecución de las metas fiscales pactadas por el Ejecutivo. El objetivo es alcanzar un superávit primario del 3,5% del PIB.
No obstante, el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su reciente visita al país elogió los logros brasileños y consideró que 'la inflación deberá comenzar a caer en el segundo semestre del año'.
De momento, la escalada de los precios impide una rebaja de los tipos de interés por parte del Banco Central y obliga al Gobierno a pagar mayor prima de riesgo en sus obligaciones a corto plazo, una amenaza que los analistas creen que puede amenazar las finanzas públicas dada la fuerte dependencia brasileña de la financiación exterior.
'El Gobierno puede manejar la situación, pagando mayores tipos de interés, pero va a tener un impacto negativo sobre el crecimiento', asegura un estratega de mercados emergentes.