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Conflicto

Decenas de miles de metalúrgicos secundan la huelga en Alemania

Unos 50.000 trabajadores secundaron ayer el primero de una serie de paros convocados por IG Metall en protesta por la falta de acuerdo en las negociaciones para el convenio colectivo. Se trata de la primera huelga orquestada por el poderoso sindicato metalúrgico en siete años, y amenaza con ralentizar la producción de la industria alemana en un momento en el que la economía apenas empieza a repuntar.

La primera gran huelga de la metalurgia germana en siete años empezó ayer en el Estado de Baden-Württemberg, y las empresas más afectadas fueron fabricantes del automóvil como DaimlerChrysler, Porsche y Audi. Ayer se vieron afectadas por los paros unas 20 fábricas. Otras 50 firmas de la región verán frenada su producción a lo largo de esta semana.

El sindicato inició las negociaciones para el convenio colectivo reclamando un alza salarial del 6,5% y rebajó su exigencia hasta el 4% tras semanas de negociaciones. La patronal ha elevado su oferta del 3% al 3,3%. El presidente de IG Metall, Klaus Zwickel, aseguró ayer que está preparado para retomar las negociaciones, pero sólo si la patronal eleva su oferta.

A la protesta orquestada por IG Metall (que representa a 3,6 millones de trabajadores) podría sumarse la del sindicato de la construcción IG Bau (con 950.000 afiliados), que ayer reclamó la mediación de un árbitro para poner fin al bloqueo en las negociaciones del convenio sectorial.

El conflicto laboral en Alemania es vigilado de cerca por los ministros de Economía de la UE y por el presidente del BCE, Wim Duisenberg, que temen que la firma de convenios salariales generosos contribuya a elevar las presiones inflacionistas.

El comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Pedro Solbes, se hizo eco ayer de esta preocupación declarando en Bruselas que 'la evolución de los salarios debe ser coherente con la de la inflación y de la productividad' y que la 'moderación salarial ha sido muy positiva para impulsar la competitividad europea'.

La huelga de IG Metall amenaza con frenar la actividad del sector industrial alemán en un momento en el que el PIB germano empieza a repuntar tímidamente. Y ello puede perjudicar la ya difícil campaña del canciller Gerhard Schröder. El socialdemócrata hizo ambiciosas promesas en el terreno que no ha podido cumplir debido a la desaceleración de la economía mundial y la caída en recesión de Alemania. Ahora afronta una durísima reválida electoral en septiembre, y va por detrás en los sondeos de intención de voto.

El Gobierno alemán publicará hoy los datos de empleo de abril y, como empieza a ser habitual, el diario Bild adelantó ayer las cifras. Según el periódico germano, el número de parados bajó en 132.000, hasta 4,024 millones.

Edmund Stoiber promete menos impuestos

 

 

 

 

Edmund Stoiber, candidato a la cancillería por el partido cristianodemócrata (CDU) y favorito en las encuestas, presentó ayer un programa electoral en el que promete más crecimiento económico, más empleo y más seguridad ciudadana.

 

 

 

Las principales novedades del programa son la bajada del tipo máximo del impuesto sobre la renta hasta el 40% y la promesa de exonerar a los ciudadanos del pago de alrededor de 7.000 millones de euros en el 2003.

 

 

 

Esta exoneración será posible gracias a la eliminación del siguiente tramo del impuesto ecológico ese año y a las medidas para favorecer fiscalmente a las familias.

 

 

 

Stoiber no fue muy preciso sobre cómo se financiarán las reducciones impositivas y sólo señaló que serán posibles gracias a cambios en el presupuesto y sin elevar el déficit público.

 

 

 

El resto de los objetivos económicos de la CDU, como la reforma fiscal antes del 2006 o aumentar las ayudas por hijo hasta 600 euros para niños menores de tres años, serán financiadas con el incremento de los ingresos fiscales gracias a un mayor crecimiento.

 

 

 

'Podemos mantener lo que prometemos', afirmó Angela Merkel, presidenta de la CDU, en clara alusión a las promesas incumplidas del canciller Schröder, quien se comprometió durante la campaña de 1998 a reducir el número de parados por debajo de 3,5 millones.

 

 

 

 

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