Sentimiento positivo, pero moderado
Todos los argumentos rondan en torno a la subida de las Bolsas. Antonio Morales es más moderado y teme que Europa no se convierta en el motor del crecimiento económico por no acometer reformas
Hay algo radicalmente diferente este año con respecto al pasado, y diríamos aún más, distinto desde hace ya dos años en el mercado, en las opiniones de los analistas, y en la opinión de los inversores.
El sentimiento. Por fin, y aunque de momento los índices no lo reflejen, este sentimiento es más positivo. Mientras que hasta hace bien poco tiempo todos los comentarios circulaban sobre las razones de peso que había para que la Bolsa bajara, simplemente con que echemos un vistazo a las publicaciones más recientes veremos que, ahora, todas las argumentaciones rondan en torno a la subida de los mercados y la cantidad de razones que hay para ello.
La liquidez, cuando se dice que con niveles de liquidez como los actuales la Bolsa siempre ha subido. Los movimientos en los tipos de interés; desde que se produce, en un cambio de ciclo, la última bajada de tipos por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos, hasta que se produce la primera subida, e incluso la segunda, también los mercados han sido históricamente alcistas. Las valoraciones, aunque en este aspecto hay una cierta 'división de opiniones', utilizando un término taurino ahora que se aproxima la feria más importante del mundo. También existe un cierto consenso en que Europa debería comportarse mejor que Estados Unidos, en cuanto a la evolución de las Bolsas se refiere, principalmente por los deberes que nos quedan aún por hacer, por las reformas estructurales que hay pendientes de acometer, etc.
Sin embargo, y como decíamos anteriormente, los índices no parecen reflejarlo; de hecho, durante este primer cuatrimestre, la Bolsa europea ha caído cerca de un 6%, mientras que la americana lo ha hecho cerca de un 5%. Es cierto que el mal comportamiento del sector de la tecnología y del sector de las telecomunicaciones, con una representación destacada en todos los índices de referencia, desvirtúa de alguna forma el comportamiento general de éstos.
Pero hay aún muchos riesgos e incógnitas por despejar. El primero de ellos es la inflación, que tradicionalmente se ha reducido siempre que la economía ha salido de una etapa de recesión, pero que en este caso cuenta con alicientes como para superar el año que viene el umbral del 3%. Segundo, el crecimiento económico podría también frenarse al no disponer del estímulo de los bajos tipos de interés. Y tercero, un importante estrechamiento del ciclo económico, a diferencia de lo que había sucedido en los últimos años.
Todo esto está muy bien, hay factores que nos incitan a ser positivos, pero también podemos incluir otros, en el extremo opuesto de la balanza, que nos llevan a ser más moderados.
Aprovechando que estamos terminando una semana semifestiva en la mayor parte de Europa, donde se celebra el Primero de Mayo como la gran fiesta de los trabajadores, y después de las manifestaciones que hemos podido escuchar, esperemos que sesgadas por la euforia de la festividad, nos preocupa que Europa no pueda convertirse en el motor del crecimiento económico, sobre todo si la intransigencia hace que no se puedan llevar a cabo todas las reformas estructurales necesarias para que la locomotora europea tire del tren del resto del mundo.
En un día de fiesta resulta especialmente más alentador oír hablar de diálogo que de intransigencia y amenazas.