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Con voz propia
Tribuna
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Equipos modestos, grandes hazañas

Es curioso observar desde hace unos años la dinámica tan sorprendente y a la vez tan curiosa que se da en la Copa de Su Majestad el Rey de fútbol. Me refiero a cómo algunos de los equipos de los denominados modestos, es decir esos equipos de Segunda División A y B, están siendo capaces de superar, de eliminar de la competición y de ganar casi ridiculizando a equipos de los llamados grandes, es decir, equipos de Primera y en especial el Barcelona o el Real Madrid.

En la temporada pasada el Toledo fue capaz de eliminar al Real Madrid, en la presente ha sido el Figueres quien ha dejado fuera de combate al FC Barcelona y por poco el Gimnàstic lo consigue otra vez con el Real Madrid.

Esta realidad invita como mínimo a la reflexión y a hacernos la siguientes preguntas, intentando encontrar una explicación lógica al asunto: ¿cómo es posible?, ¿cómo puede ser que equipos con presupuestos infinitamente más bajos puedan 'poner contra las cuerdas' a equipos con presupuestos escalofriantes? También cabe cuestionarse, ¿cómo jugadores que ganan 'cien' veces más puedan ser derrotados por jugadores en muchos casos semiprofesionales?, ¿es que esos equipos modestos conocen alguna habilidad especial que desconocen los grandes?, ¿es que está algo por descubrir? o ¿será una cuestión más bien de motivación?, ¿o quizá de confianza?

Cuando esta realidad la llevamos al mundo de la empresa también encontramos algunos paralelismos, de empresas con potencial pequeño y/o con recursos escasos que de repente 'se llevan el gato al agua' en algunos negocios.

Cuando un equipo de alto rendimiento ya sea deportivo o de empresa busca y persigue el éxito son importantes algunos elementos como la buena técnica, los conocimientos, la correcta táctica o una adecuada estrategia; éstos, con buen criterio, nos pueden ayudar a alcanzar objetivos ambiciosos, pero otras habilidades, como la ilusión, el entusiasmo, la motivación, la buena comunicación, la cohesión del grupo o la confianza adecuada, son imprescindibles y no siempre son prioritarios dentro de las organizaciones. Estos últimos dependen casi exclusivamente de nosotros mismos, es decir, del equipo humano al que pertenezcamos y también de sus líderes o entrenadores que dirijan esos equipos humanos.

Me da la impresión de que mientras unos asimilan la información y la envían del cerebro directamente a las 'piernas' en el caso del deporte, otros la información la procesan más allá dando un salto cualitativo determinante llevándola del cerebro al corazón y de aquí a las 'piernas', como si de algo personal se tratara, gestionando bien sus propios potenciales; en definitiva, haciendo del trabajo en equipo algo mágico.

De la misma manera, muchas empresas se planifican, se organizan, se marcan objetivos, persiguen los resultados casi a cualquier precio..., y se olvidan de la parte más importante: las personas que componen la organización.

Otras en cambio apuestan por el capital humano, valorando y teniendo en cuenta el potencial de cada individuo y de los equipos de trabajo que las constituyen, dando así un giro de tuerca de altísimo valor. Es entonces cuando pueden aparecer estas sorpresas tanto en el contexto empresarial como en el deportivo.

Un claro ejemplo fue el equipo español de hockey hierba femenino, del que fui miembro, que partiendo de la clasificación mundial del puesto 15º y con tan sólo 500 licencias en toda España, fue capaz de desbancar a los grandes favoritos del mundo y lograr la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. A la vista de este resultado, algunos lo llamaron 'golpe de suerte', pero yo lo denomino excelente gestión de las personas y un buen trabajo del equipo y, por supuesto, ¡toda una hazaña!

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