Una crisis de Estado

Era el escenario-catástrofe y se ha materializado. El domingo, 60 años después de Vichy, Francia ha invitado a la segunda ronda de sus presidenciales al líder de un partido nacionalista, racista y xenófobo (...).

¿Quién es responsable de este seísmo? La clase política, por supuesto. La derecha, que antes pactaba con el Frente Nacional y después intentaba aprovechar electoralmente sus diatribas electorales sobre la seguridad ciudadana (...). La izquierda también, por supuesto: que antes utilizó la extrema derecha contra la derecha y después ha minimizado inocentemente el problema de la seguridad a partir del cual ha crecido Le Pen (...).

Pero los políticos no son los únicos responsables (...). Ciertos medios de comunicación franceses, que han participado de manera puramente interesada en hinchar el problema de la inseguridad, también han incumplido su misión (...).

Francia debe cambiar su manera de hacer política: dejar el estado mayor para bajar al terreno (...). Debe también renovar su clase dirigente (...) y sus instituciones (...). Para hacerlo, el próximo presidente debería disponer de una mayoría sólida (...). Si las elecciones legislativas del próximo mes de junio (...) concluyen con una nueva cohabitación, no hablaremos ya de una crisis política, sino de una auténtica crisis del régimen.