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Tribuna
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El recorrido de las pensiones

Desde que al inicio de la presidencia española de la Unión Europea y, en su calidad de presidente de la Comisión Parlamentaria del Pacto de Toledo, en un foro de expertos europeos, el señor Fernández de Trocóniz defendiera, entre otras cosas, que la 'cuantía de la pensión de jubilación de la mujer debe ser menor porque vive más años que el hombre' le han llovido las críticas. Y los elogios.

Han aparecido escritos ditirámbicos y condenatorios; se han sucedido interpelaciones, y hemos oído duras descalificaciones. También justificaciones. Todos, o casi, los que han escrito o hablado intentaron explicar lo que el señor De Trocóniz dijo, o lo que, supuestamente, quiso decir.

Pero lo cierto es que nadie políticamente responsable se atrevió a decir claramente que en realidad se limitó a exponer los criterios finalistas de la política social planificada por el PP y cuya voz autorizada en el Parlamento español durante más de una década ha sido la suya.

Pese a todo lo que se le ha criticado De Trocóniz, es un experto conocedor del tema, y siempre defendió los mismos postulados del Gobierno con lealtad e incluso con paciente firmeza.

En todo caso, los que nos interesamos por esta cuestión y seguimos sus actuaciones, coincidimos en que el señor De Trocóniz no es un camelista. Es evidente que conoce perfectamente el terreno en que se mueve desde hace lustros y que está dotado de las virtudes que requería su partido y los grupos que le apoyan para el desempeño del cargo que le confiaron en la Comisión Parlamentaria Pacto de Toledo.

Y, además, posee las cualidades apropiadas para exponer y defender los posicionamientos políticos que emanan del Partido Popular y de su entorno financiero, sobre el sistema en general, incluidos la capitalización y los tan traídos y llevados fondos de pensiones.

¿Por qué habría de hacer declaraciones desprovistas de sentido en materia que domina con reconocida autoridad?, ¿por qué habría de simular una ocurrencia como apresuradamente replicó el número uno de su partido y primero de los ministros del actual Gobierno?

De todas las reacciones, de todas las declaraciones en su favor o en su contra, éstas del señor Aznar López, tan aparentemente anodinas y dichas en tono sonriente, casi jocoso (que ya es raro en él), son, a mi modesto juicio, las más desgarradoras e hirientes, y, por qué no decirlo, las más injustas. Comprendería que el señor De Trocóniz se sintiera vejado por esa reprensión festiva, o más bien burlesca, de tan jerárquico proveniente.

Desde luego a los mayores, a la casi totalidad de los jubilados, pensionistas, viudas, amas de casa y otros colectivos que globalmente vienen a representar nueve millones de mujeres y hombres (mayores en edad de votar), bueno es aclararlo, no nos ha agraviado; ni nos ha ofendido especialmente con sus palabras y anteriores o posteriores escritos.

Muy al contrario, deberíamos estarle agradecidos, porque a millones de personas -particularmente a las mujeres- pensionistas hoy, o en un próximo futuro, les ha ayudado a abrirles los ojos sobre la realidad de la política planteada por el Gobierno respecto a los mayores.

Sus reflexiones no constituyen en modo alguno un dato aislado, una 'ocurrencia' o una idea surgida de la improvisación dialéctica. Son la confirmación de una idea global apoyada por expertos neoliberales y conservadores, políticos y financieros.

El propio departamento bajo cuya responsabilidad funciona la siempre atractiva y recaudadora Seguridad Social, bendecida por la máxima autoridad de Economía y Finanzas, no ha dejado de dinamizar la cuestión, patrocinando seminarios, foros y jornadas destinados a profundizar en la viabilidad del sistema de pensiones por capitalización o mixto reparto-capitalización.

Las recientes intervenciones del señor De Trocóniz no hacen sino confirmar lo que venimos observando: el Gobierno del Partido Popular se encamina pausadamente hacia la transformación del vigente sistema público de pensiones de reparto equitativo y solidario en otro modelo en el que primaría la capitalización privada mediante el ahorro personal y sacrificado del trabajador o trabajadora. Un modelo en el que la mujer sería la más perjudicada, según la filosofía imprudentemente revelada por De Trocóniz.

También confirman la idea que circula cada vez con más fuerza entre los conservadores políticos y financieros de que es injusto que un ciudadano o ciudadana -mayoritariamente ésta- siga gozando de una pensión a la que no contribuyó con sus aportaciones dinerarias directas a lo largo de la vida laboral.

Según esa idea, que yo tengo que calificar de diabólica, dichas pensiones de viudedad serían sustituidas por subvenciones o dádivas generosamente otorgadas por el poder político de turno.

Mientras el señor De Trocóniz reflexiona sobre la fragilidad real del sexo débil cuando se trata de cálculo actuarial, se produce algo sorpresivo y le convierten en chivo expiatorio. Una cabeza de turco más para ornar la vitrina de los trofeos socio-políticos.

No es el primero. Ni será el último. Acuérdense del nunca bien ponderado coetáneo de millones de pensionistas, don José Barea (también chivo expiatorio por el asuntillo de las pensiones y Presupuestos) o de los ministros Pimentel y Romay Beccaría (también por algunos pecadillos relacionados con el complejísimo colectivo de los mayores o similares).

Pero que no cunda el desaliento. El señor De Trocóniz puede simular nuevas ocurrencias hasta que a don José María, por fin, se le ocurra pensar que los jubilados también votan (lo mismo mujeres que hombres, un voto es un voto) y los pensionistas y las viudas y los prejubilados y las mujeres trabajadoras no asalariadas mayores...

Y se le puede ocurrir que tanto voto bien vale un nuevo chivo expiatorio.

No tendríamos la suerte de que el gordo le tocase a aquel que ideó el 'déficit presupuestario cero' con la generosa bendición de los presupuestos de la Seguridad Social.

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