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Crónica de Washington
Crónica
Texto informativo con interpretación

Manifestación multipropósito

Pocos gritos contrarios al FMI, al G7 y al Banco Mundial se oyeron el sábado pasado por las calles de Washington. Y no es que las reuniones de primavera de estos tres grupos en la capital de EE UU no hubieran congregado a miles de manifestantes, con diferentes propósitos de protesta. Hubo contrarios a la globalización, partidarios del perdón de la deuda externa de los países más pobres, opositores a las privatizaciones, activistas por la paz, medioambientalistas e incluso hubo pequeños grupos que se manifestaban a favor del FMI y del Banco Mundial. 'Creemos que su aportación es más positiva que negativa', decían unos jóvenes que repartían octavillas la noche anterior.

Pero a diferencia de lo que ocurre en manifestaciones en las que la economía es el gran protagonista, la situación en Oriente Próximo y la reacción a la gran manifestación que unos días antes se celebró en apoyo al Gobierno de Israel hizo que el grito más unánime fuera el de 'Libertad para Palestina'. Al final, la protesta dejó a las puertas de la Casa Blanca a quienes pedían un cambio en la política exterior de EE UU. A algunos de los manifestantes todavía les dolían las palabras del presidente de EE UU, George Bush, que dos días antes había calificado al primer ministro israelí, Ariel Sharon, como 'un hombre de paz'. Era la segunda vez que lo hacía y algunos llevaban pancartas contra esa afirmación. 'Es un insulto' decía Yasmine, una estudiante árabe de la Universidad de Georgetown.

'Ha sido la mayor manifestación por Palestina en la historia de EE UU', dijo uno de los organizadores, Tony Murphy, de International Answer, quien aseguraba que más de 200 autobuses habían llegado hasta Washington. La policía decía que había más de 35.000 manifestantes, muchos de ellos palestinos. Pero Bush no vio a ninguno porque estaba en Camp David. También ajenos a la protesta, los responsables del G7 y del FMI sólo se referían al conflicto para valorar el riesgo de una subida del crudo para la recuperación económica.

Y es que, aunque se gritó mucho, ninguna voz rompió el cordón policial que aislaba las oficinas del FMI en Washington. La policía mantuvo el orden y los manifestantes también. No hubo violencia, ni desordenes. Fue una marcha encendida pero pacífica en la que se vieron cientos de banderas palestinas y algunos grupos de judíos que pedían el fin de la campaña militar israelí. 'No sobrevivimos Austwitz para enterrar Yenin' decía la pancarta de un pequeño grupo llegado desde Filadelfia.

Otros judíos ortodoxos, que niegan el Estado de Israel y califican de ateo al Gobierno de Tel Aviv, marchaban con los palestinos. Uno de ellos, la viva imagen de la pura ortodoxia judía, decía a una mujer palestina, cubierta de pies a cabeza, que le daba vergüenza que se mezclaran política y religión y explicaba lo inaceptable que le parecía los crímenes 'cometidos en nombre de Dios'. 'La religión que me enseñaron mis padres no hablaba de tratar a la gente como lo está haciendo Israel', decía el judío mientras sudaba bajo un gorro de piel y un sol de verano. Ella, finalmente le tendió un pañuelo.

A pesar del carácter propalestino de la marcha fue difícil encontrar más de una foto de Yasir Arafat. Si que hubo una imagen del hombre mas odiado de EE UU, Osama Bin Laden, pero la portaban Panteras Negras. Los palestinos reaccionaron retirando su bandera de la imagen del líder de Al Quaeda. Así fue la protesta durante la asamblea de primavera del FMI en 2002.

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