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Agricultura

El cultivo ecológico se quintuplica en cinco años pese al poco consumo interno

Los expertos sostienen que España tiene mimbres para ser la primera productora de la UE, donde ya ocupa el tercer puesto.

La agricultura ecológica española ha pasado del cero al infinito en los últimos años y ya es la tercera de la UE, mientras que en 1995 era una actividad casi testimonial. Y lo ha hecho contraviniendo las reglas: ni tiene mercado ni tiene ayudas. Pero se aferró al abrigo que le depararon los consumidores británicos, alemanes o japoneses y diseñó para ellos una despensa casi exclusiva que ya factura casi 135 millones de euros anuales.

Similar biografía han experimentado las industrias transformadoras de alimentos ecológicos, aunque se asomaron a la eclosión más tarde. Desde 1999 han doblado su número, hasta llegar a las 914 . Cuando los expertos dicen que nuestro país será la nevera de Europa en producción ecológica, dejan traslucir que España posee mimbres para superar el millón de hectáreas que dedica Italia a estos cultivos o el medio millón de Alemania, convirtiéndose así en la primera productora comunitaria, y que el mercado interior no crecerá en proporciones parecidas a la superficie cultivada.

La calidad de los alimentos convencionales españoles y la inexistencia de una política incentivadora al consumo bloquean el crecimiento de la demanda de los alimentos ecológicos.

España cuenta en la actualidad con una superficie destinada a agricultura ecológica de 485.079 hectáreas (en 1991 había 4.235) que laboran 15.607 productores (346 en 1991) repartidos principalmente en Extremadura y Andalucía, que suman casi el 60% del terreno sembrado 'respetuosamente con el medio' en nuestro país.

Cultivos

Además de pastos y bosques, que se comen el 50% de la tarta, los cultivos ecológicos más importantes son el olivar, con un 33% de la mitad restante; los cereales y las leguminosas, con un 28%, y los frutos secos, que suman ya un 13%. Sin embargo, el sector es tan joven que la vertebración idónea se encuentra todavía nítidamente distorsionada. Por ejemplo, la primera región productora, Extremadura, ocupa los últimos lugares de la clasificación en número de industrias transformadoras de alimentos ecológicos. Cataluña, Valencia o Navarra, que cuentan con superficies indiscutiblemente más bajas, encabezan la lista de transformadoras, siempre por detrás de Andalucía, que es líder incuestionable.

Si se pretende que la agricultura ecológica posea representación en el valor añadido del campo español (hoy sólo supone el 1,4% de la superficie agraria y el 0,90% de las explotaciones), deberá ser más considerada por las diferentes Administraciones, principalmente en dos frentes: por una parte, en la incentivación del consumo, porque entre el 80% y el 90% de la producción biológica se exporta a Reino Unido, Centroeuropa y Japón. Y por otra, elevando el nivel de ayudas.

Un informe del Consejo Andaluz de Agricultura Ecológica demuestra que las ayudas españolas son inferiores a la media europea un 155% en viñedo, un 81% en hortalizas, un 82% en olivar, un 72% en cereales y un 64% en oleaginosas. El sistema de distribución de subvenciones, (Bruselas complementa en un 75% las cantidades que deben asumir los estados) permite esta diferencia entre países.

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