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Miradas digitales
Columna
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Mentiras y senadores

En abril el agua corre que es un placer. Y las noticias que asientan la red de redes también. Si hay algo que ha conseguido Internet, como muy bien saben quienes emplean sus ventajas en la intermediación bursátil, es poner a cada cual en su lugar y democratizar la información haciéndola tan accesible como incontrolable, por mucho que quienes la pretenden manejar intenten evitarlo.

Cada semana se debilita la credibilidad de los mastodontes del pasado que han seguido actuando sin hacer caso a Bob Dylan, pese a las décadas transcurridas desde que advirtió que los tiempos estaban cambiando. En unos años el único recuerdo que quedara en la historia financiera mundial del apellido Andersen estará ligado tan sólo al genial escritor danés. Y la clase financiera española va a tener una larga travesía del desierto por la avaricia de algunos de sus más representativos próceres que pueden haber roto el cesto común de la credibilidad. Sobremanera, porque gracias a Internet los accionistas pueden organizarse con tanta facilidad y celeridad que a poco que lo deseen se pueden convertir en un grano muy incómodo para quien continúa practicando el menosprecio con el accionista que en el pasado era general en muchas grandes empresas cotizadas.

Un ejemplo de organización anárquica pero eficaz está en uno de los foros de Invertia (servicios.invertia.com/foros/default.asp), el de Dinamia, donde un grupo de accionistas ha reunido ya el 6% de las acciones de la empresa y aspira a reunir el 10% con la sana intención de transmitir propuestas para mejorar la compañía o, llegado el caso, defender sus derechos ante cualquier situación que pudiera amenazarlos. Crear CAD25, que es como se llama esta informal pero seria asociación de accionistas, hubiera sido imposible económica y funcionalmente hablando hace tan sólo un lustro.

Pero en el piso de arriba no se escuchan los cánticos de la calle. Esta semana, la corte del Estado de Nueva York pidió a Merrill Lynch que haga cambios en el sistema con que clasifica las acciones y revele los conflictos de interés entre sus divisiones de banca de inversión y de análisis. El fiscal general de Nueva York, Eliot Spitzer, que investiga el comportamiento de las empresas de inversión y corredurías de bolsa durante el boom de las acciones tecnológicas, descubrió conflictos de intereses en la supuesta separación de ambas divisiones. La primera hace las recomendaciones de acciones y la segunda tiene como clientes a las empresas sobre las que se emiten las recomendaciones, pero al público, se le hacía creer según el fiscal que los análisis eran independientes.

Gracias a Internet quienes a la inversión bursátil suman un cierto uso de la Red saben que cuando ciertos intermediarios financieros recomiendan acumular lo propio es vender. Y eso es factible gracias a la posibilidad que la Red ha traído de conocer las compras y ventas de esos intermediarios en tiempo real.

Se coge primero a un mentiroso que a un cojo. Sobre todo en Internet, donde las horas de antaño son segundos; los días, minutos, y los meses, horas. Aunque arriba siguen sin enterarse. Que se lo pregunten a nuestros senadores, mucho más eficaces y preocupados por la Red que los parlamentarios y que aun así han presentado esta semana el informe de la comisión del Senado sobre redes informáticas (www.senado.es/comredinf) que empezaron en febrero de 1998 y acabaron en diciembre de 1999. Dos años de retraso que parecen siglos.

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