España invierte en I+D la mitad que el resto de la Unión Europea
La Unión Europea, empeñada en su deseo de convertirse en la economía más avanzada del mundo, acaba de publicar un estudio sobre investigación y desarrollo que revela que España está a la cola del continente en este terreno. Y en comparación con EE UU, España hace un esfuerzo investigador tres veces menor, lo cual produce 10 veces menos patentes por persona y una proporción de exportaciones tecnológicas que es de un sexto de la de ese país.
Aunque los gastos en Investigación y desarrollo se han incrementado en los últimos años en la Unión Europea, lo cierto es que el continente sigue bastante detrás de EE UU y de Japón en este campo, mientras que España continúa retrasada, a la cola de los Quince, junto a Grecia y Portugal.
El gasto en I+D es un parámetro importante, pero no lo dice todo sobre la innovación industrial. Por eso, se debe medir también el número de patentes producidas por los países, y, sobre todo, el volumen de las exportaciones de alta tecnología, ya que los logros de la investigación sólo benefician a las personas cuando se traducen en nuevos productos.
Según la Comisión, la innovación requiere un apoyo a la educación, al aprendizaje continuado de por vida, a la innovación financiera y una fuerte reestructuración del sector público y privado. Todo lo cual, opina la Comisión, exige que quienes formulan políticas públicas asuman la responsabilidad de crear un entorno que estimule la transferencia de conocimientos y tecnologías.
Esfuerzo investigador
Lo cierto es que en Europa el sector empresarial sólo invierte en I+D el 1,25% del PIB, casi la mitad que Estados Unidos o Japón. Y dentro de la Unión las diferencias son enormes. Suecia gasta el 2,8% del PIB, incluso más que los dos colosos de las riveras del Pacífico, y Finlandia, con un 2,2%, también los sobrepasa. De entre todos los Estados de la Unión, España, con un modesto 0,5%, sólo supera en este indicador a Grecia o Portugal, que se mueven en el entorno de un escaso 0,2%.
Aunque las empresas europeas no estén a la altura de los líderes mundiales en su esfuerzo investigador, los Gobiernos de los países europeos sí lo están. El gasto público en I+D como porcentaje del PIB de la Unión es del 0,65%, comparable al de Japón y al de EE UU. Si bien las Administraciones públicas españolas hacen un esfuerzo del 0,4%, también es inferior al de nuestros competidores.
Aunque más importante que el esfuerzo innovador son sus resultados. El número de patentes de alta tecnología conseguidas por cada millón de habitantes en Europa sólo llega a los dos tercios de las producidas en EE UU y Japón, aunque algunos Estados miembros presentan resultados extraordinarios, como Holanda, Alemania, Suecia y, sobre todo, Finlandia. EE UU registró 30 patentes por millón de personas en 1999, Finlandia casi triplicó esa cifra con 80, mientras que España alcanzó solamente tres.
Y si el número de patentes mide los resultados de la investigación, en realidad el indicador económicamente decisivo de la productividad investigadora y científica es el porcentaje de productos de alta tecnología sobre el total de exportaciones. En línea con el otro indicador de productividad (las patentes), también en este caso la Unión Europea está en sólo dos tercios de la eficacia estadounidense: el peso de las exportaciones de alta tecnología de Estados Unidos alcanza el 30%, en Europa llega al 20%, mientras que en Japón se sitúa justo entre ambos.
Atendiendo a este indicador, España también queda descolgada, ya que sólo el 5% de sus exportaciones son de alta tecnología.
Los expertos suspenden al Gobierno en investigación
La I+D es una asignatura pendiente del Gobierno, ya que los organismos oficiales creados no juegan un papel relevante para las pequeñas empresas y las iniciativas gubernamentales son acaparadas por las grandes compañías. Así concluye el monitor global sobre iniciativa empresarial (GEM, en sus siglas en inglés) del año 2001 que acaba de presentar el Instituto de Empresa.
Los datos del informe, obtenidos a partir de una encuesta realizada a 2000 personas y 40 expertos, dibuja un negro panorama para la I+D en España.
La crítica más recurrente de los expertos es la falta de disponibilidad de recursos tecnológicos que permitan la creación de empresas tecnológicamente competitivas. Así, España estaba en el año 2000 entre los países que menos invirtieron en I+D en proporción al PIB junto a la India, África del Sur, Portugal y Argentina. Pero no se trata sólo de un problema de financiación.
Según el informe, España cuenta con bajos niveles de investigación porque falta una cultura investigadora entre los universitarios, y la poca que se da está desvinculada de la industria. Una de las razones que provocan los bajos niveles de transferencia tecnológica españoles es la falta de confianza de los emprendedores en que sus patentes y marcas registradas vayan a ser respetadas.
Según el informe, los encuestados consideran que la legislación actual es incompleta y poco eficaz. Todos estos datos parecen confirmar el tópico de 'la falta de investigación en España es un problema crónico'.