La rápida recuperación de México corre el riesgo de agotarse
La apreciación del peso y la ausencia de reformas pueden afectar el crecimiento a medio plazo
Existe el temor de que la fuerte recuperación que se anticipa para la economía estadounidense en 2002 no se traduzca en un crecimiento de igual magnitud en la economía mexicana. Si bien, el hecho de que México sea un país altamente exportador (la venta de bienes al exterior representa un 30% del PIB) y que los Estados Unidos sean el destino del 85% de los envíos al exterior indicaría que debiera existir una elevada sincronía en los ciclos en los dos países, algunos señalan que la reciente pérdida de competitividad de la economía mexicana podría minar significativamente este proceso de recuperación.
Los argumentos al respecto son bastante sólidos. Por un lado el peso se ha apreciado fuertemente en términos reales frente al dólar, y por lo tanto, más aún con respecto a la mayoría de las divisas del globo. Por otro lado, el proceso de reformas económicas, que incluyó la creación de los actuales estatutos del banco central, la liberalización y mejor regulación del sistema financiero y la apertura comercial no ha encontrado un segundo impulso en nuevas reformas cruciales y pendientes, como la liberalización del sector energético y eléctrico.
Evidencias no tan anecdóticas, como el cierre de 253 industrias maquiladoras y el despido de 226.500 empleados de estas empresas, avalan esta teoría. En efecto, existen casos de empresas que han decidido trasladar sus centros de producción a China.
No obstante, existe un factor que se está dejando de lado en el análisis. A diferencia de otras recesiones, México, en esta ocasión se encuentra con un panorama claramente favorable para una fuerte recuperación del consumo privado. Con tipos de interés en niveles reales mínimos (alrededor de 1,3% en términos reales), un empleo que ya muestra signos de recuperación, un sistema financiero intacto y, sobretodo, un elevado poder adquisitivo de los salarios debido a la ausencia de inflación y un tipo de cambio real elevado, el crecimiento en 2002 debería estar también fuertemente impulsado por la demanda interna.
La combinación de una mayor demanda externa e interna debería permitir que la economía mexicana muestre una clara recuperación durante 2002, de la que ya se están viendo señales en los primeros meses del año.
En efecto, las exportaciones de bienes manufactureros y la producción industrial ya han empezado a mostrar repuntes. De hecho, al igual que la economía estadounidense, la mexicana debería alcanzar su crecimiento potencial hacia fines de 2002. Será en ese momento en el que entran a jugar un papel fundamental las reformas estructurales pendientes. En este sentido es preocupante la negativa perspectiva que se presenta para la aprobación de reformas indispensables para mantener el crecimiento de la competitividad de la economía mexicana.
La discusión en el Congreso del nuevo marco regulador para el sector de telecomunicaciones ha sido aplazada, mientras que no existe un consenso parlamentario para lograr un acuerdo para permitir la entrada del sector privado en el sector eléctrico y de energía.
Las tensas relaciones surgidas entre el poder ejecutivo y el legislativo desde el comienzo del mandato del actual presidente, Vicente Fox, muy probablemente continuarán significando un freno al proceso de modernización de la economía mexicana y por lo tanto al crecimiento a medio y largo plazo de México. Sin embargo, estos factores sólo empezarán a ser evidentes hacia fin de año, cuando el impulso dado por el crecimiento de EE UU empiece a agotarse.